Los servicios de salud que ofrecen los hospitales evidencian diversas fallas, como la atención fugaz y de baja calidad, que han resultado en el descontento de los guatemaltecos, quienes ven que la atención brindada por estas instituciones públicas se enfoca en el número de pacientes atendidos y no en la correcta atención a las enfermedades que padecen.
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Recientemente la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) destacó la necesidad de tomar acciones debido a la precariedad de los servicios de salud pública, no solo en cuanto a la calidad del servicio a los usuarios, sino también en temas administrativos, lo que ha terminado por «deshumanizar al sistema».
Fernando Girón, defensor de la Salud Pública de la PDH, dice que «en el mismo gremio nos hemos deshumanizado, materializado y tecnificado tanto que las personas pasan a convertirse en números estadísticos, un objeto, y no en seres humanos».
A decir del Defensor, uno de los motivos por los que la calidad de la atención en el sistema de salud guatemalteco ha decaído se debe al aumento en la demanda por parte de la población, que ha llevado al sistema a organizarse de tal manera que los pacientes son atendidos, diagnosticados, recetados y luego enviados a casa de manera fugaz.
«No solamente es cuestión de la atención sino de la parte administrativa de los hospitales. Hay que reconocer que este tema está sujeto a presiones de jerarquías y exigencias de efectividad, lo cual impide humanizar al sistema», explica.
Hoy en día, el descontento de los pacientes hacia las instituciones o centros de salud pública es aún mayor, llevando a muchos a hacer esfuerzos descomunales para poder pagar consultas en clínicas de salud privadas, lo que deja ver la insatisfacción que la población tiene hacia estos servicios.
De acuerdo con Miguel Ángel Gramajo, médico de Aprofam, las personas que asisten a sus consultorios prefieren pagar los servicios de salud privados porque la atención es inmediata y se ahorran horas de espera.
Pero el panorama no es tan alentador para quienes no poseen el dinero para pagar estas consultas, por lo que están obligados a recibir la atención de los hospitales públicos, pese a su deficiencia.
MALTRATO
Edith Pérez, de 70 años, cuenta que en el Hospital General San Juan de Dios muchas personas le han dado un trato “amable”, pero también tiene varias malas experiencias. “Una vez estuve internada y había una señora (enfermera) que se ponía muy enojada para llevarme a bañar (…) entonces yo decía: ‘pero si estudian para eso, tienen que ser amables, cariñosas’. Yo no sé leer, pero sí entiendo que uno tiene que ser amable”, opina.
La señora Pérez visita el hospital público desde hace diez años a causa de una repentina inmovilización de sus extremidades que a la fecha los doctores no han podido explicar.
La entrevistada refiere que hace seis años le programaron las terapias que supuestamente le ayudarían a recuperar la movilidad. Meses después, un doctor distinto canceló sus sesiones de terapia. “En ese tiempo tenía como cuatro años de estar enferma y me dijo él: ya pasó mucho tiempo, terapia para usted ya no hay; y ya no me quiso recibir”, dice.
“Gracias a Dios yo ya muevo las manos, porque no las movía”, agrega. En cuanto a los medicamentos, Edith Pérez dice que debe pagar sus medicamentos, en los que se incluyen los de la diabetes, para la presión, para el colesterol alto y para el corazón.
“Ni una pastilla me dan aquí… todo lo compro”, indica.
“Así como ahora que ya se me terminó la medicina estamos esperando que le paguen a mi esposo para comprarlas. Hay unas que cuestan Q250, por ejemplo la Glucovance, que es para la diabetes, esa cuesta Q108 los tres blísteres, pero como ahorita no tengo dinero voy a comprar solo un blíster”.
A decir de la entrevistada, si la medicina se le acaba deja de tomarla, con lo que interrumpe cada cierto tiempo el tratamiento médico, lo que ocasiona que la recuperación de su salud sea más lenta.
Elsa Monterroso dice que han utilizado la consulta de los servicios de salud pública por dos años y asegura que durante este tiempo les han atendido muy bien.
Según Monterroso, el tiempo de consulta puede tardar de 15 a 20 minutos y confirma que el medicamento lo compran por su cuenta, porque el hospital no lo provee.
Marvin Werner, de 68 años, lleva diez meses visitando el Hospital General a causa de un problema con la vejiga. A decir de Werner, los médicos jóvenes tienden a ser más amables que los doctores de mayor edad. Estos últimos “lo tratan a uno de una forma que uno no se siente muy bien”, dice.
Mensualmente, el entrevistado gasta Q400 en la medicina para el corazón.
Por aparte, Gustavo Barillas, vocero del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), indica que a las personas atendidas en Consulta Externa no se les da medicina porque esta es específicamente para los pacientes internados. “La consulta externa es un seguimiento, pero la persona encuentra los medicamentos en los centros o puestos de salud”, dice.
De 60 a 75 tipos de medicamentos manejan los centros regionales que son entregados de manera gratuita, por ser medicamentos trazadores. Mientras que los hospitales como el General y el Roosevelt manejan de 450 a 600 medicamentos que se dan de forma gratuita. De manera general se tiene registrados 15 mil tipos de medicinas.
“No hay servicio de salud en el mundo que te dé toda la medicina de forma gratuita”, dice.
“INNEGABLE”
De acuerdo con Adrián Chávez, analista de salud y seguridad social del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Ipnusac), el maltrato que se da a los pacientes en los centros de salud pública es «innegable», aun así asegura que no es a nivel general.
Por otro lado, aconseja la individualización de los casos necesarios para que se puedan determinar las causas que provocaron dicho maltrato, además de dar con sus protagonistas y sancionarlos.
El maltrato puede ser perpetrado por los doctores o enfermeras, trabajadoras sociales, administrativos o directivos, lo que puede explicarse, aunque no excusarse, por las cargas personales, académicas y de otro tipo, incluyendo la larga jornada y las malas condiciones laborales, que al final son elementos que inciden en el comportamiento negativo hacia los pacientes.
Según Barillas, la prioridad del ministerio es salvar tantas vidas como se pueda. “Obviamente, ante una emergencia, con la urgencia de atender de inmediato en un momento se dejan de respetar los protocolos para poder atender a las personas”, explica.
Otro factor que contribuye al trato poco cálido es que los pacientes del interior que viajan para ser atendidos en los hospitales no conocen a los médicos, y tampoco conocen en dónde se les debe prestar atención, por lo que sobresale la carencia de un adecuado sistema de información al público.
Así, mientras el médico sabe que tiene que atender a todos los que requieren servicios, el paciente espera ser atendido de forma inmediata sin tomar en cuenta lo demás, explica Barillas.
Respondiendo a las declaraciones del Defensor de la Salud, el vocero del MSPAS dice que en ocasiones, por cuestiones de organización, algunos centros de salud dan un número a los pacientes para que estos sepan su turno, pero niega que el trato a estos se haya convertido en algo “técnico”.
Por otro lado, las denuncias de los pacientes se encaminan al maltrato que los agentes de seguridad de estos centros asistenciales les dan, por lo que Chávez opina que es oportuno averiguar qué tipo de entrenamiento les da la empresa que los emplea.
Aun así Barillas indica que de parte del Ministerio de Salud se ha capacitado a todos los trabajadores del mismo, desde el portero hasta los cargos administrativos.
PROBLEMAS ESTRUCTURALES
Igualmente, la mala atención en los hospitales públicos deriva de la perspectiva y del manejo administrativo, pues muchas veces se miden sus resultados en cantidades y no en la calidad de la atención brindada.
Y es que la misma administración, ante la demanda de los servicios, hace presión en los médicos para que las consultas sean lo más breves posibles.
Lo importante es producir, pero en este camino se distorsiona la esencia de la medicina, dice el analista del Ipnusac, ante la declaración del representante de salud de la PDH, quien afirma que los galenos atienden a casi 60 personas cada tres horas, lo que explica que el servicio se limite a dar diagnósticos y renovaciones de recetas fugaces.
Por otro lado, es notable que el tiempo que se dedica a los pacientes se ocupa en su mayoría, para llenar el historial clínico del usuario y en una menor parte se dedica al examen físico de los mismos, lo que compromete la naturaleza de los servicios y a la vez repercute en la calidad y calidez propios de esta profesión.
PREVENCIÓN
A decir de Chávez, los gobiernos han incluido durante años en sus discursos la importancia de la medicina preventiva, pero la realidad aún no se asemeja a estos discursos. De esta manera, las prácticas y proyectos de prevención han sido «relegados» a un segundo plano.
Igualmente, la atención en los departamentos del país es considerada de baja calidad, esto porque del presupuesto asignado a esta cartera un 35 o 40 por ciento se destina a los dos hospitales nacionales de la capital, y el resto se reparte entre los del interior, situación que “condena a la población”, dice el analista.
De acuerdo con Girón en una publicación de La Hora, para solucionar esta situación se necesita del respaldo de la ley y esto se puede lograr con una nueva Política Sanitaria que impulse un mejor servicio y efectividad en los programas de prevención, además de invertir en los hospitales de tercer nivel para atender enfermedades no prevenibles.
PROMOCIÓN
En el país la promoción de la salud se ha malentendido, ya que la publicación de folletos o trifoliares informativos no es suficiente, pues esta área debe de abarcar la creación de espacios comunitarios en los que los pobladores puedan opinar sobre el actual sistema de salud y así demandar mejorías en las bases del sistema de salud, para hacer del proceso de acceso a salud algo más inclusivo.
La idea es que las personas puedan buscar cambiar aquellos aspectos que los mantienen enfermos, los que tienen que ver muchas veces con la baja educación, la pobreza y el saneamiento, incluso el acceso al agua potable, explica Chávez.
Tal es la situación que aunque sí existe la recuperación de niños con altos niveles de desnutrición, pero al ser estabilizados no hay un canal de comunicación entre los padres de los menores y los doctores, que den luces a las familias acerca de la situación de sus hijos y cómo darle continuidad a esta recuperación.
INFRAESTRUCTURA
La infraestructura es otro de los factores que afectan seriamente el acceso, la calidad y calidez de los servicios de salud en Guatemala.
Es común ver áreas de los hospitales o centros de salud con paredes maltratadas, manchadas y espacio insuficiente que provoca que los pacientes sean atendidos en camillas colocadas en los pasillos.
A decir de Chávez, la infraestructura en los hospitales y centros de salud es «insuficiente», tanto así que la existente alcanza para cubrir a la cantidad de pobladores que ocupaba el territorio hace 25 años. Por lo que dice que esta «se ha quedado corta».
En este tema el Ministerio de Salud no ha dado señales de querer invertir en la mejora de infraestructura.
Respecto al tema, Barillas indica que el espacio insuficiente se debe a que el 80 por ciento de las consultas pudieron ser realizadas “sin problema” en un centro asistencial, pero que las personas tienden a pensar que la atención será mejor en los hospitales.
Como respuesta a esta problemática, el vocero anuncia que se ha estado equipando a estos centros para que los guatemaltecos vuelvan a usar sus servicios, a modo de descongestionar los hospitales.
De esta forma, el sistema de salud cuenta con diversas carencias como las de tipo material, pero también cuenta con una gran distorsión en la vocación de sus profesionales, quienes podrían brindar un trato más humano con el respaldo del área administrativa, la cual juega un papel importante para que el trato y la atención a los pacientes sea eficiente, a manera de atraer de vuelta a aquellas personas que han abandonado estos servicios por los de tipo privado.
Millones de quetzales tiene asignado el Ministerio de Salud Pública para este año.
17 millones
De consultas realizaron los dos hospitales nacionales de la capital en 2013.
Actualmente, el Hospital General San Juan de Dios cuenta con aproximadamente 3 mil empleados, de los cuales 1 mil 300 forman parte del personal de auxiliares de enfermería y enfermeras graduadas, 500 médicos y mil 200 trabajadores administrativos y de apoyo.
Edith Pérez
Usuaria de servicios hospitalarios