La derrota de Chávez en Venezuela


Dos cuestiones fundamentales hay que destacar del resultado de la consulta popular en Venezuela para decidir sobre la nueva Constitución. La primera es el rechazo a la idea de permitir la reelección sin limitaciones para el gobernante porque ello se enmarca en lo que constituye una reacción de los pueblos latinoamericanos a la larga experiencia de dictaduras que hemos tenido. Es obvio que Chávez se consideró el tipo de dirigente mesiánico sin el cual el paí­s no podí­a vivir y, al estilo de Ubico en Guatemala aunque obviamente con profundas diferencias en la forma de actuar, pretendió eternizarse en el poder.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Pero por otro lado es importante y fundamental señalar que aún siendo un margen mí­nimo el que hubo a favor del no, la reacción de Hugo Chávez es edificante, porque a diferencia de lo que hubiera hecho cualquier otro de los tiranos de estas regiones, aceptó el resultado electoral sin protestar, cosa que a saber si hubiera hecho la oposición con igual decisión y muestra de madurez.

Hay, pues, una de cal y otra de arena porque la propuesta en sí­ misma era aberrante y contraria a la democracia, pero la forma en que aceptó la derrota, que por cierto no puede considerarse como aplastante, es un signo de apego a la ley y de respeto a la voluntad de la población, signo máximo de la vida en democracia. Y ello a pesar de que aún en Washington los observadores del Departamento de Estado y la Casa Blanca habí­an anticipado dudas sobre la pureza electoral porque, según dijeron, no habí­a suficientes observadores. De Estados Unidos los únicos observadores fueron del grupo de activistas de color más importante del paí­s, lo que sirvió a la gente de Chávez para decir que como eran negros no daban suficiente garantí­a a Bush.

Obviamente ahora el presidente Chávez tendrá que adoptar un cambio de estilo en su gobierno porque de una u otra forma deberá tomar en cuenta a esa misma oposición que impidió la reforma por él propuesta. Pero pienso que si Chávez debe cambiar de estilo, también lo debe hacer la oposición que deberá dejar de ser tan dependiente de Washington para adquirir un perfil más propio y nacionalista que le permita ganar más adeptos entre la población. En esta ocasión era fácil unificar a toda la gente alrededor de una idea central como era la de no permitir al gobernante reelecciones ilimitadas que lo hubieran convertido en presidente vitalicio del paí­s, pero no será lo mismo cuando afloren los intereses de cada grupo y sector dentro de esa amalgama que ahora se formó alrededor del rechazo a la reforma.

Si quieren mantener su cohesión, deberán adoptar un tono distinto para ser una oposición más madura y menos visceral de lo que hasta ahora han sido. Y así­ obligarán a Chávez a tomar en cuenta sus planteamientos, a verlos con la seriedad que demanda una propuesta como la que pueden hacer si se libran de las influencias foráneas que apuestan ciegamente a la eliminación de Chávez y el chavismo como única salida.

El gobierno de Venezuela y Chávez en lo personal, dieron una lección a sus seguidores y a sus adversarios al acatar el resultado de la consulta en la forma en que lo hicieron y eso es algo que tiene enorme importancia polí­tica.