La depredación del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias


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Está comprobado que en nuestro medio suceden casos y cosas apabullantes, cuya puntería tiende hacia la depredación de nuestros valores culturales e históricos. Recién llevaron a cabo un suceso, dicen que un evento motorizado fuerte, en el Gran Centro Cultural o gran Teatro Nacional. Terminó en una verdadera depredación causante de indignación, que es poco decir.

Juan de Dios Rojas


Hasta guatemaltecos imbuidos en la política anticipada también opinan que fue un desaguisado mayúsculo, nada menos en la genial infraestructura que nos llena de complacencia sin igual. Pero son incomprensibles esas mentes absurdas, puesto que hay un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar, de verdad tiene mucho que ver el Ministerio de Cultura y la Municipalidad capitalina.

Dichas entidades no meditaron los alcances que tendría el evento de marras autorizado así porque sí, por entidades destinadas a velar por su conservación y mejoría constante; ajenas al caballito de batalla que no cuenta con renglones específicos del presupuesto de ingresos estatales, que finalizan en una piñata o lotería como si fuesen fiestas cantonales de barriadas.
   
Insisto en aludir cuanto existe en ámbitos metropolitanos, ad hoc, en sitios alejados del centro, de suyo también muy estropeado por obra y gracia, desgracia diríase mejor, donde vienen a ser factibles. ¡Ah, pero dieron en esos planos absurdos! ¿Quién les quitó de la cabeza dicha barrabasada? sin semejante capricho en pos del desorden claro y depredación indignante.

Hasta el momento, a guisa de disculpas simplistas, mientras pasa el caso se sabe que los voceros de una y otra entidad han pedido disculpas, incluso la Muni sostiene que ofrece reparar de su presupuesto lo depredado; lo mismo deberá ser de parte del despacho de Cultura y Deportes, a cuya dependencia su titular pasó meses de meses siendo objeto de largas y extenuantes interpelaciones fallidas e inútiles.

Viene a mi mente cómo reaccionarán en el exterior, en menoscabo del turismo y restantes cuestiones relacionadas. En pocas palabras fue, no cabe la menor duda, algo inaudito que desprestigia a Guatemala y a nosotros los hijos del país antaño de la «Eterna Primavera», el país donde el pueblo agobiado por actos negativos de pandilleros, a duras penas puede pagar impuestos.

Y hablando del Centro Cívico en cuyas áreas existe el bello e inspirado Gran Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias, legítima joya patria, admirada por propios y extraños. De consiguiente, reitero, la depredación cometida, esperamos, nos dicta la consciencia, en el futuro incierto no vuelva a repetirse por nada del mundo gubernamental, que permitió semejante disparate.

Aún bajo este caso rayano en el desorden prevaleciente, esperamos con optimismo desbordante, aunque ya es verdad es una desventura vivir el suceso negativo, al que todavía es llamado evento con todas sus letras. En tanto a muchos nos duele profundamente un acontecimiento sin nombre.