La comunidad internacional, representada casi al completo en la Exposición Universal de Shanghai, evita cualquier referencia en sus pabellones a la democratización de China, en el aniversario de la sangrienta represión del movimiento de la plaza Tiananmen de Pekín, el 4 de junio de 1989.
Veintiún años después de la matanza de manifestantes que llevó a ciertos países a romper sus relaciones con Pekín y a decretar un embargo, la jornada del 4 de junio, dedicada al pequeño Estado de San Marino, se anunciaba especialmente tranquila en la Expo de Shanghai.
«Un régimen que dispara contra su juventud no tiene futuro», había dicho tras la tragedia el entonces presidente francés Franí§ois Mitterrand. Dos décadas más tarde, Francia se enorgullece de haber sido el primer gran país que anunció su presencia en Shanghai, prueba de su «compromiso» con una China ahora poderosa.
Y no es la única. Un total de 189 países están presentes en la cita china, lo que representa un récord absoluto para una exposición universal.
El pabellón de Estados Unidos no hace ninguna referencia a la democracia.
«No verán aquí esa palabra», afirma Greg Lombardo, director artístico de uno de los pabellones más visitados de la Expo, inaugurada el 1 de mayo.
«Nadie quiere crear un incidente internacional por haber puesto algo que podría ofender» a China «es (un riesgo) que tomamos muy en serio», explica.
«No, no, nada de política», confirma Xu Bo, comisario general adjunto de Shanghai 2010.
Sin embargo, las familias de las víctimas de la violenta represión de Tiananmen volvieron a pedir a Pekín que ponga fin al silencio sobre lo ocurrido.
En una carta abierta publicada el miércoles, 128 miembros del grupo de las Madres de Tiananmen denunciaron el silencio de las autoridades sobre la decisión de recurrir al ejército, en la noche del 3 de junio de 1989, para poner fin al movimiento que hizo tambalearse al comunismo.
Por orden del entonces número uno chino Deng Xiaoping, el ejército invadió con sus tanques las calles de Pekín para aplastar siete semanas de manifestaciones prodemocráticas y pacíficas y mató a cientos, o tal vez miles, de manifestantes, estudiantes y ciudadanos solidarios.
La ONG de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York, también llamó al gobierno chino el miércoles a reconocer públicamente la represión de Tiananmen y a poner fin a la persecución de los que desde entonces claman justicia.
Mientras tanto, en Shanghai los países presentes en la exposición universal aluden a los derechos humanos con gran discreción.
El pabellón de Brasil tiene por tema «los espacios democráticos» y el de la Unión Europea afirma que sus 27 miembros protegen los derechos humanos.
España aborda la dictadura franquista en una película, en el marco de un recorrido multimedia en el que tres artistas «muestran cosas sin decir demasiado», explia María Tena, comisaria general del pabellón español.
«No estamos aquí para dar lecciones», afirma.
«Es importante que digamos que estuvimos gobernados por un dictador durante 40 años», explica Isabel Coixet, una de las cineastas que participó en la película. «No deberíamos tener miedo de enfrentarnos a nuestro pasado», agrega.
Para la directora de cine española, es inconcebible que 21 años después de la tragedia haya alumnos en las universidades de China que no sepan que el ejército mató estudiantes en la plaza Tiananmen.
«Estamos en Shanghai, aquí prima el lado económico y de negocios, más que el político», afirma Antoine Bourdeix, representante en China de la empresa Publicis Consultants.