LA DAMA DEL PARQUE


Ahí­, en esa banca del parque, doña Mercedes Garzona mantení­a un diálogo con la paz, la virtud, y la felicidad; el sol de la tarde le daba un brillo especial a su cabellera tan blanca como su alma.

César Guzmán

Con su vista cansada, observaba la fuente del lugar; hasta ella llegaba el aroma de las rosas, mientras en su piel arrugada percibí­a la suavidad del viento.

Era verdad que tení­a más achaques que años, pero también tení­a muchos motivos para ser dichosa: sus hijos habí­an formado su propio hogar, y sus nietos le regalaban alegrí­a cuando la visitaban.

Ella ya no me molestaba por los problemas del mundo, ni se preocupaba del mañana; su único interés estaba centrado en disfrutar cada segundo de la vida que le quedaba.

En su cuerpo era invierno, pero en su alma reinaba la primavera.

CON DIOS, CADA DíA REJUVENECEMOS.