La cueva de Alí­ Babá


Editorial_LH

Todaví­a se discute si el cuento de Alí­ Babá y los cuarenta ladrones forma parte del compendio original de las Mil y Una Noches, obra clásica de la literatura árabe, pero de lo que no cabe la menor duda es que nuestro Congreso hace mucho tiempo desplazó a la célebre cueva porque no hay sitio en donde se hagan más transas que en nuestro Poder Legislativo, donde cada voto está en pública subasta y se han sofisticado los métodos para obtener la “recompensa” mediante jugosos contratos.

 


Y su contraparte es, por supuesto, el Poder Ejecutivo donde se asignan contratos y se realizan compras con base en rigurosos procedimientos para cumplir con los financistas de campaña y con aquellos que, aunque sea tardí­amente, van poniendo su granito de arena para incrementar el capital ya jugoso de los más altos funcionarios.
 
  Esa mezcla explosiva mostró su capacidad destructiva con un temporalito que hizo estragos en la infraestructura del paí­s porque la obra pública se despedazó en forma impresionante a pesar de que el paí­s tiene una larguí­sima tradición de tormentas y mal tiempo que, sin embargo, no han dañado obras muy antiguas que no se hicieron con la técnica de “obra sin sobra” que es la más moderna y actualmente de moda.
 
  Pues bien, el Congreso se ha convertido ahora en centro de atención porque el Presidente de la República, con el agua al cuello por problemas fiscales, demanda que se apuren a aprobarle sin candados la ampliación que está pidiendo y que tendrí­a que quedar firme antes de las elecciones porque es la única manera en que pueden garantizar la misma movilización que los programas sociales generaron para la primera vuelta. Por ello la angustia y desesperación porque ya sabemos que donde manda capitán no manda marinero y es mil veces preferible un enfrentamiento con el Congreso de la República que con otro tipo de poderes.
 
  El emplazamiento anunciado por el Presidente provocó la reacción de su colega (como Presidente de otro organismo del Estado) Roberto Alejos, quien se vio obligado a mandar a la punta de un cuerno al señor Colom porque, dijo, los diputados no reciben órdenes de nadie.
 
  Y es que a Colom se le olvidó que desde hace muchos años hay una mecánica establecida en el trato de la independencia de poderes. Si el Ejecutivo quiere algo del Congreso se tiene que poner firme y asegurar a los diputados que tendrán los contratos que les permitan lucrar, pero un gobierno que va de salida y diputados que están por entregar el cargo no tienen mucho espacio para negociar y por lo tanto esta etapa se vuelve muy difí­cil porque los consensos no se producen por falta de incentivos que se puedan materializar. Por ello, ahora, Alí­ Babá no tiene entrada en la cueva.

Minutero:

A falta de incentivos 
con negocios lucrativos 
se convierte en un gran reto 
poder sacar un decreto