El primer día de noviembre de 1944, apenas once días después del movimiento cívico-militar del 20 de Octubre, el recién retornado Clemente Marroquín Rojas, luego de 14 años de exilio durante la dictadura de Ubico, publica nuevamente su diario La Hora, iniciando así la que sería la Cuarta í‰poca que ha venido a ser la más larga y constante en la vida de este vespertino, por lo que hoy conmemoramos los 67 años de lo que para nosotros constituye un acontecimiento.
La Hora fue fundada en 1920 y suspendió sus publicaciones cuando Clemente Marroquín Rojas tuvo que emigrar por razones políticas. Volvió a circular en 1926 cuando libró la célebre campaña Desnudando al ídolo que desnudó el carácter y personalidad de Jorge Ubico, siendo factor esencial para impedir en ese año su elección presidencial. Pero los acontecimientos en 1930 le permitieron encumbrarse en el poder y Marroquín Rojas y La Hora tuvieron que pagar una muy dura factura con 14 años de ostracismo. La tercera época se vivió desde Tapachula, donde se editó La Hora en forma esporádica por cuestiones de recurso económico, y se enviaba clandestinamente a Guatemala con serios y formales ataques al dictador Ubico Castañeda.
Precisamente por atacar los problemas de fondo y buscar la democracia, la vida de La Hora no ha sido fácil y está llena de sobresaltos en un país donde es más fácil acomodarse, vivir al ritmo de la indiferencia y agacharse en los tiempos más difíciles.
Hoy, al recordar este aniversario, pensamos que las ilusiones e ideales que surgieron en aquel ya lejano noviembre de 1944 siguen vigentes en un país que no ha logrado descifrar su destino y que en vez de democracia construyó un sistema perverso que permite a los ciudadanos votar cada cuatro años, pero no elegir lo que quieren para el país porque el sufragio es un adorno para hablar de democracia mientras el sistema es controlado por poderes fácticos que, usando su capital, dirigen tras bastidores los destinos del país.
A 67 años de distancia pareciera como si el país ha tocado nuevamente fondo, con un sistema colapsado que, sin embargo, no inquieta a la clase política y a los poderes dominantes que saben cómo sacarle raja en medio del letargo desesperante de un pueblo que no parece entender cuán comprometido es su futuro y cuánto se cierran los espacios para gozar de oportunidades y para promover un desarrollo justo, equilibrado y propio de la dignidad del ser humano. Por eso seguimos en la misma lucha de hace 91 años, cuando surgió la idea, como una necesidad imperiosa, de aportarle algo a la Patria.
Minutero
Al mazo le seguimos dando
para cambiar al país
pues no nos basta estar orando
para cambiar la matriz