La crisis financiera espera al ganador


Unos turistas toman fotografí­as en el edificio de la Bolsa de Valores de Nueva York, en Wall Street, lugar que se ha convertido en el centro de atención por la actual crisis financiera.

Quien quiera que sea el próximo presidente de Estados Unidos, deberá enfrentar una crisis financiera que algunos comparan con la de 1929 y sus promesas de campaña deberán, sin lugar a dudas, ser revisadas a la baja, arriesgando decepcionar a muchos estadounidenses.


Durante la campaña, ninguno de los dos candidatos han escatimado en promesas. El demócrata Barack Obama se comprometió a bajar los impuestos para el «95% de los hogares» y propuso un plan de relanzamiento de 50 mil millones de dólares para incentivar obras de infraestructura.

Por su parte, el candidato republicano John McCain quiere perpetuar las bajas de impuestos que se implementaron durante el gobierno del actual presidente George W. Bush, y promete ganar la guerra en Irak, cuyo costo es de 10.000 millones de dólares mensuales.

«Mi prioridad como presidente será la estabilidad de la economí­a estadounidense y la prosperidad de los estadounidenses», dijo Obama a mediados de setiembre.

Sin embargo, interrogado el viernes durante un debate televisado con John McCain sobre cuáles prioridades podrí­a mantener pese al costo del plan de rescate financiero, Obama dijo: «No hay ninguna duda de que no podremos realizar todos los proyectos que, en mi opinión, son necesarios».

Pero Obama insistió en que algunos de sus proyectos no sufrirán por la crisis. El senador por Ilinois prevé invertir 150.000 millones de dólares en diez años en energí­as alternativas y en la fabricación de vehí­culos más económicos.

Obama prometió no tocar su plan de seguro médico universal, cuyo costo se estima entre 50.000 y 60.000 millones de dólares anuales. El programa de grandes obras de infraestructura también permanecerá intacto, dijo.

Para financiar su programa, Obama cuenta con poner fin a la guerra en Irak y aumentar los impuestos a los estadounidenses que ganen más de 250.000 dólares anuales.

Por su parte, el candidato republicano propuso congelar el gasto público en todos los rubros, salvo en defensa, los veteranos de guerra y los fondos federales de jubilación.

«Es cierto que la crisis tendrá un impacto en nuestros presupuestos, aun si recuperamos los 700.000 millones de dólares» del plan de rescate financiero que se debate en el Congreso, dijo Obama, quien prometió reembolsar a los contribuyentes cuando al sector le vaya mejor.

«Con una desaceleración de la economí­a, tendremos una menor recaudación fiscal», reconoció. «Como presidente, deberé tomar decisiones difí­ciles pero estaré seguro de no cambiar nuestras prioridades a largo plazo».

En 1992, Bill Clinton prometió mucho en su campaña electoral pero, al llegar a la Casa Blanca, la reducción del déficit fiscal se convirtió en su prioridad. Obama, que cuenta en su equipo con dos ex secretarios del Tesoro del gobierno de Clinton (1993-2001), Robert Rubin y Lawrence Summers, podrí­a seguir el mismo camino si entra a la Casa Blanca el 20 de enero de 2009.

«Esta elección se parece mucho a la de 1992 y la situación económica es peor que entonces», dijo Michael Walden, profesor de economí­a y polí­tica pública de la Universidad estatal de Carolina del Norte.

«Antes del inicio de la crisis, los candidatos hicieron promesas muy difí­ciles de cumplir. La crisis financiera hará pesar presiones enormes sobre el próximo presidente», agregó.