La corrupción


Es necesario comprender algunos elementos sobre la corrupción. Debemos considerar inicialmente la naturaleza humana desde sus inicios y para eso, nos obligamos a tomar el relato bí­blico de Adán y Eva, independientemente de la religión o ateí­smo del lector. La situación que deseo exponer es el engañoso soborno utilizado por Satanás para convencer a Eva que si comí­an del fruto prohibido, ellos serí­an iguales a Dios, haciendo a Dios mentiroso, con el fin de lograr su propósito. La voracidad de Eva y Adán los hizo sucumbir creyendo que serí­an ellos también todopoderosos.

Roberto Arias

Una de las caracterí­sticas de la corrupción es el tráfico de influencias, el peculado… el soborno, de lo cual se nutre. Es forzoso reconocer que esta es una práctica que realiza, de una u otra forma, el conglomerado mundial y ya no digamos el guatemalteco, donde la corrupción es un modus operandi y un modus vivendi para las mayorí­as. Ese es el derrame que hay en Guatemala, en lugar del derrame económico que supuestamente deberí­a haber, según algunas peregrinas tesis económicas.

Pero lo que se trata de analizar en este escrito es el origen de la corrupción y las consecuencias trágicas a donde ha llegado el pueblo de Guatemala hasta este momento y lo monstruoso de la vertiente o la vorágine que lo lleva, posiblemente, hacia su destrucción social y económica en muy poco tiempo y parece que no habrá fuerza humana que pueda revertir este proceso, dadas las condiciones.

Tal y como lo enfoca el francés Paul Veyne, el eje es que no hemos comprendido qué es la corrupción. Generalmente la tomamos como una causa, cuando es un efecto. Dice: «Este elemento me parece capital para poder entender la lógica de los sistemas corruptos. Todos nos preocupamos por el problema pero creemos que lo que ocurre es que, como somos demasiado corruptos, no funciona el sistema, no funciona la democracia, no funciona la ley, cuando es exactamente al revés. Como no funciona el estado de derecho, como no funciona el sistema institucional, se produce la corrupción como una alternativa para que la gente pueda desarrollar sus diferentes actividades económicas.»

Este autor se asoma a la realidad corruptiva de la Roma Imperial. Al igual que en la actual Guatemala, el trabajo de los más serví­a para enriquecer a los menos pero además, los guatemaltecos también ejercen el clientelismo, el favoritismo y el tráfico de influencias.

«En Roma reinaba la extorsión y la mordida (coima) desde los más simples funcionarios hasta el emperador.», dice el autor. En Guatemala la corrupción puede verse hasta en las fiestas privadas, donde dan propina a los meseros para que pasen más «boquitas» y tragos. Exactamente igual a la forma en que corrompen a los empleados gubernamentales en transacciones multimillonarias.

El soborno, el tráfico de influencias y la extorsión reinaban en todo el imperio, ni Roma ni ninguna de las provincias fue nunca excepción, y esto era parte de su sistema. De hecho, el gobierno de las provincias era considerado como una «empresa económica privada», y el gobierno central dejaba hacer, con tal que pagaran periódicamente ciertas sumas de dinero o de bienes. La corrupción acabó con el imperio romano.

En Guatemala también las provincias son consideradas como «empresa económica privada», puede el lector preguntarle a los alcaldes corruptos y en especial al de la Capital, ílvaro Arzú.

¿Qué o quiénes podrán contener la corrupción en Guatemala? ¿Qué solución propone el estimado lector?