En la actualidad el debate económico en términos de la necesidad del estímulo fiscal o bien su contraparte la austeridad fiscal, se encuentra en el más alto nivel de discusión, a partir de la complicada crisis económica internacional que se cierne sobre Europa y de la recuperación de Estados Unidos en su franca, pero aún débil recuperación de la crisis inmobiliaria de 2008.
Y el debate económico no podría ser tan oportuno, así como controversial, principalmente cuando la situación en ambos continentes presenta diferentes causas, así como distintas formas de enfrentarlo y de ahí también los resultados en ambos espacios han venido a demostrar que al final siempre paga el pueblo y aquellos sectores más vulnerables, pero también sale afectada la inversión privada.
En Europa, por ejemplo, la situación que originó la crisis se debió en buena medida a un proceso acumulativo de deuda para sostener gastos públicos, pero sin mayor correspondencia con la realidad social y económica del continente. Principalmente en países como Grecia, en donde los niveles de deuda soberana llegaron a niveles insostenibles y dejaron a las autoridades económicas, con pocas posibilidades de maniobra para contrarrestar esta situación. La deuda se tornó impagable, las medidas de austeridad se hicieron insoportables y se perdió completamente la direccionalidad económica. El caso de España también resulta emblemático, pues las condiciones que impulsaron la crisis también se hicieron evidentes principalmente en las cifras del empleo, en donde hoy el cierre de empresas es diario, con ello las condiciones del empleo se hacen mayormente adversas y grandes grupos de jóvenes recién graduados y con excelentes acreditaciones académicas no encuentran posibilidades de trabajo en este país.
Los resultados de la austeridad fiscal, que principalmente se concretizó en la reducción de los montos de las jubilaciones, en la ampliación de la edad para el retiro, la anulación o la baja significativa de las protección social en materia de desempleo y la eliminación de puestos de trabajo en la administración pública, han sido la constante. En suma, estos sectores sociales pagaron con creces los costos de la irresponsabilidad gubernamental, pero no todo termina ahí. La baja profunda de la inversión pública conlleva un efecto de arrastre en la inversión privada y sumado el cierre de empresas, conlleva a una situación de crisis social sin precedentes y hoy ilustrada por el movimiento de la indignación y el compromiso y las ocupaciones de diferentes plazas y parques tanto en Europa como en Estados Unidos.
La austeridad fiscal en Europa propiciada principalmente por Alemania y Francia es una postura de pensamiento económico que no ha demostrado ser efectiva e incluso llevó a cambios en las cúpulas de gobierno tanto en Francia, como en Grecia y en la propia España. Sin embargo, aunque el estímulo fiscal constituye la mejor herramienta en estos momentos, es necesario indicar que existe la necesidad de reordenar las finanzas públicas y que seguramente algunos rubros merecen reducirse o eliminarse; en este esfuerzo la corrupción ha venido a profundizar la crisis y resulta pertinente también la calidad en el gasto.
Estados Unidos, por su parte, para evitar una profundización de la crisis financiera optó por inyecciones inmensas de capital como estímulo y ha conseguido revertir medianamente la crisis, aunque el proceso de recuperación todavía es lento y las condiciones de desempleo son considerablemente elevadas; el consumo ha venido ampliándose y con ello se ha producido una reactivación económica moderada y con tendencias a estabilizarse y mejorar en el tiempo.
En Guatemala, la discusión todavía no ha se ha visto clara. Pero seguramente, planteamientos como la eliminación de gastos sociales como el caso de FONAPAZ que nacieron con un propósito específico y en otro momento de impacto de los programas de ajuste, requieren de discusión seria e incluso de eliminación, pues los problemas sociales como desnutrición, pobreza y pobreza extrema y mala calidad de servicios sociales, requieren de una reestructuración en las finanzas públicas. Igualmente, existe la imperiosa necesidad de alineamiento de los gastos estratégicos como saneamiento ambiental, seguridad alimentaria y salud, tanto a nivel del gobierno central, como con su contraparte de los gastos municipales. Esta corresponsabilidad en la alineación territorial es, en la actualidad, imprescindible. Igualmente, resulta pertinente la discusión amplia y detenida sobre la reestructuración de las finanzas públicas y de cómo enfrentar los potenciales efectos de una crisis económica que podría ser de menores dimensiones que la de 2008, pero igualmente merece su atención y discusión.