La consulta al psiquiatra


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En las salas de Emergencia y en diferentes ámbitos médicos de manera frecuente acuden personas que demandan atención en salud. Pero aunque su queja inicial consista en determinar lo factible de una enfermedad de tipo orgánico y precisar su posible enfermedad física. Es bastante usual que el malestar de las consultantes sea debido a un conflicto emocional que atañe a su salud mental.

Dra. Ana Cristina Morales


El plantearle a una persona que ha de ser vista por el psiquiatra muchas veces resulta un asunto de alto nivel de dificultad. Ya que existe el prejuicio de que los psiquiatras están delimitados para tratar únicamente desórdenes asociados a la locura. Por lo cual la gente con escasos conocimientos ante este tema reacciona de maneras adversas ante la intervención de esta área de la medicina.

Algunas creen que han sido vistos de manera superficial y que no se da el adecuado crédito a su dolor o sus molestias. Inclusive pueden llegar a considerar que las observan como personas imaginativas o mentirosas. Ante todo cuando el dolor emocional se ha condensado de manera física con síntomas que a ellas mismas los orientan a un diagnóstico conocido. Por la coincidencia de síntomas con alguien más, por la lectura de alguna revista o al escuchar la exposición de un determinado tema médico u otras situaciones afines.

El dolor psíquico o emocional se manifiesta de muchas formas. A través de la tristeza, desánimo, ansiedad, miedo, como un malestar inespecífico y con dolencias físicas entre otras. Usualmente posee factores desencadenantes que permanecen fusionados a las circunstancias cambiantes del medio que circunscribe a una persona determinada.

No es un dolor imaginario, es real, no es producto de inventiva y puede llegar a constituir situaciones de incapacidad en la vida de quien lo sufre y también llegar a condicionar el surgimiento de enfermedades físicas. Cambios en la percepción del mundo que se manifiestan en las esferas de vida cognitiva, sentimental y conductual.

Algunas personas reaccionan aún de manera agresiva ante la llamada al psiquiatra. Por ejemplo, una paciente hospitalizada con muchas complicaciones médicas por su condición física. Quien se quejaba de todo, de la comida, del hospital, de las enfermeras, de los doctores y con esta actitud la consecuencia era la aversión para quien estuviera en contacto con ella.

Era realmente difícil poder brindarle atención. Su conducta se traducía en constantes agresiones pasivas o directas a quien entrara en relación con ella. Dificultades que ponían también en riesgo su propia salud física.

Mi problema no es psiquiátrico, casi vociferaba, pero su conducta y su manera de afrontar las situaciones de ese momento daban a conocer todo lo contrario. Ella poseía estudios de psicología y digo esto en tanto a la observación de que también son muchas las personas que tienen conocimientos de medicina y de salud mental que también estigmatizan la intervención de la psiquiatría.

Otro quien era un joven muy inteligente y responsable que rehusaba el uso de fármacos, pese a estar cursando con un cuadro psicótico. El aducía para su negativa que era estudiante de la carrera de psicología y que dentro de su formación, los maestros que admiraba le habían advertido que “los psiquiatras medicaban más de la cuenta”, que él solamente creía que la psicoterapia era del todo suficiente.

Médicos, personal de enfermería entre otros trabajadores de la salud, que cursan con problemas psiquiátricos como ansiedad y depresión. Que posiblemente nunca habrán de tener la apropiada atención de éstos. Por lo cual las consecuencias de los mismos, tarde o temprano se harán ver en tanto a su funcionalidad, su calidad de vida, el surgimiento de enfermedades e incluso el suicidio.

Las escuelas de formación médica y de psicología considero que podrían ayudar a poner más énfasis en el abordaje de problemas de salud mental y no desmeritar la intervención psiquiátrica. También es importante hacer del conocimiento de que en Guatemala los psiquiatras están capacitados para el ejercicio de psicoterapias al igual que de psicofármacos cuando se hace necesario.