Una protesta, como tantas que se dan en Guatemala, provocó esta mañana la muerte de una persona cuando los manifestantes agredieron a un individuo que quiso pasar a pesar de los obstáculos puestos por el grupo que expresaba su descontento por la conmemoración del aniversario del arribo de los españoles a tierra americana. Desafortunadamente estamos viendo ya los altos niveles de conflictividad que hay en nuestro país y que son resultado de la incapacidad de las autoridades para garantizar a todos los habitantes el legítimo ejercicio de sus derechos.
En efecto, cada vez es más evidente que entre los guatemaltecos se repudia la legalidad y se acude a medidas de hecho. Por un lado los que protestan afectan los derechos de otras personas y éstos, al sentirse agraviados, no esperan a una reacción de las autoridades para restablecer el orden, sino que como ocurre con los linchamientos, se deciden a tomar la ley por propia mano.
La paz social es resultado de la existencia de autoridades eficientes y del respeto absoluto a la legalidad. No existe otra forma en que se pueda garantizar la paz y la convivencia entre los distintos sectores de una sociedad, pero es obvio que nuestro país está en una crisis de autoridad e institucionalidad, lo que no debe confundirse en absoluto con las prácticas represivas y violentas, sino que simple y sencillamente con el sometimiento de todos, gobernantes y gobernados, a la majestad de la ley.
El problema no es algo nuevo, sino que viene de mucho tiempo atrás pero es evidente que este gobierno no ha tenido la capacidad de enfrentarlo con tino. Lejos de que cada día vayamos avanzando en el establecimiento de un estado de Derecho con instituciones fuertes y confiables, lo que vemos es un deterioro galopante que nos acerca mucho a las condiciones de estado fallido.
Ciertamente un muerto en un país donde anualmente la violencia cobra la vida de más de seis mil personas y en el que no existe justicia para sancionar a los autores de esos crímenes, puede parecer poca cosa. Pero lo que en términos estadísticos es apenas una mancha más al tigre, en la vida práctica es una pérdida lamentable y dolorosa que pone en evidencia la crisis institucional existe y la incapacidad de resolver nuestros conflictos de manera civilizada. Una protesta que vulnera el derecho de la población a circular libremente por las calles de uso público, termina en un enfrentamiento a tiros entre manifestantes y particulares porque los primeros agreden a quien no se somete a su bloqueo vial. Y todo ello ante la incapacidad de las autoridades para mantener una legítima protesta dentro de la normalidad.