La derrota de la Concertación en las elecciones presidenciales chilenas del pasado domingo ha sumido a la coalición que gobierna el país desde hace 20 años en una profunda crisis que, no obstante, está llena de paradojas. Mientras el derechista Sebastián Piñera dispone de poco más de 50 días para preparar su entrada en La Moneda, la atención de los chilenos se centra más en la tormenta que se vive en el interior de la ya casi formación opositora.
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Aunque durante mucho tiempo se ha cuestionado si la disparidad ideológica de los partidos que forman la Concertación (especialmente entre los dos grandes, el Socialista y la Democracia Cristina) saldría a la luz con violencia en el caso de una derrota, los resultados del domingo han tenido un efecto inesperado. Lejos de lanzarse contra sus socios en la coalición, los militantes de ambos partidos se han movilizado contra sus propios dirigentes: En el punto de mira Camilo Escalona, presidente del Partido Socialista y Juan Carlos Latorre, de la Democracia Cristiana.
Los jóvenes de la Democracia Cristiana (DC) ya han abandonado la toma de la sede del partido exigiendo la dimisión de Latorre pero hoy mismo han comenzado a postularse nombres para ocupar el puesto. A salvo, en parte por prestigio y en parte porque fue el primero que dijo que era hora de renovar el partido, queda el ex presidente Eduardo Frei, quien aunque derrotado en las urnas, es visto por los militantes como una persona que aceptó la responsabilidad con todas las encuestas en contra y terminó rozando la elección.
Y mientras la DC anda desnortada, el equipo de Piñera baraja seriamente la opción de atraerse a sectores importantes del partido e incluso lograr la ruptura de la Concertación ¿Cómo? Ofreciendo algunas carteras en el nuevo Gobierno a miembros de la Concertación… pero sólo de la Democracia Cristiana.
En el Partido Socialista las cosas no están mucho más claras. El ex presidente Ricardo Lagos ha asumido un inesperado protagonismo desde la noche de la derrota. Habló inmediatamente detrás de Frei reivindicando los logros de la Concertación y mirando al futuro, es decir, como un líder. Hoy ha desmentido por enésima vez que esté enfrentado al presidente de su formación, Escalona. «Por favor, pedir renovación es una cosa normal en la vida». Pero en paralelo, Lagos desarrolla una agenda muy activa. Por ejemplo hoy ha visitado al presidente de la Corte Suprema para tratar sobre la reforma judicial. En las filas socialistas nadie descarta que Lagos planee postularse a la presidencia del país dentro de cuatro años. Al fin y al cabo dejó el cargo con más del 70% de popularidad.
A Lagos sólo le ha superado en popularidad Bachelet -con 81% de apoyo popular-, quien por su parte ha decidido pisar el acelerador legislativo para dejar todas sus opciones abiertas a las próximas presidenciales. Preguntado uno de sus ministros a la salida de La Moneda sobre si había que hacer algo de autocrítica por la derrota electoral, dejó muy claro lo que se piensa en el entorno de la presidenta socialista. «Â¿Autocrítica? Por nuestra parte, ninguna».
El anuncio del presidente chileno electo, Sebastián Piñera, de que introducirá cambios profundos en la minera estatal Codelco para hacerla más productiva, generó una reacción de protesta del gobierno, en la primera discrepancia de fondo entre ambos.
En uno de sus primeros anuncios tras ser elegido el domingo con nuevo presidente de Chile, Piñera dijo que hará «cambios profundos» a Codelco, la mayor productora mundial de cobre y una de las principales fuentes de ingreso para el fisco chileno.
«Codelco va a seguir siendo una empresa pública, pero vamos a hacer cambios muy profundos en Codelco, porque en el último tiempo ha perdido competitividad y eficacia», aseguró el lunes, una declaración que generó de inmediato la molestia del gobierno.
Codelco «dejó de ser la empresa de cobre más grande de Chile; fue superada por la empresa privada y necesita un salto adelante», agregó Piñera sobre la compañía que los últimos cuatro años entregó al Fisco cerca de 31.000 millones de dólares.
Piñera explicó que los recursos para las modificaciones «van a ser provistos por el Estado, puesto que «cualquier participación privada requiere de una reforma constitucional, así que deberá ser fruto de un diálogo de la sociedad chilena».
Antes de resultar electo Piñera, medios económicos señalaban que éste tenía la intención de abrir a privados hasta un 20% de la propiedad de la estatal.
La propuesta de Piñera recibió el rechazo del ministro de Minería Santiago González.
«Pensamos que la empresa puede perfectamente seguir desarrollando su trabajo y puede seguir aportando a Chile lo que ha aportado en los últimos años en la condición y situación en que está», dijo González.
«Gracias a esos aportes se ha podido fortalecer aún más la red de protección social de la presidenta (Michelle) Bachelet y por lo tanto, desde el punto de vista nuestro, pensar que esta empresa para poder ser más eficiente tiene que incorporar capital privado, nosotros no compartimos esa opinión», agregó.
Con una producción anual de 1,5 millones de toneladas de cobre, la estatal ha perdido en los últimos años competitividad frente a las mineras privadas, por, entre otros factores, una sobredotación de su personal de planta, según analistas.
Un cálculo de la consultora privada Libertad y Desarrollo señala que la minera controlada por BHP Billiton genera un 80% de la producción de la estatal con una quinta parte de su dotación.
Codelco tiene en total unos 60.000 trabajadores, 27.000 de ellos de planta, con sueldos promedios de unos 4.000 dólares, por lejos los más altos del país, aunque en línea con los salarios de la minería privada.
La fortaleza de sus sindicatos quedó reflejada en la reciente huelga de dos días que a inicios de enero protagonizaron unos 5.600 trabajadores del complejo de Chuquicamata.
El conflicto, que dejó pérdidas diarias de 8 millones de dólares, finalizó con un incremento salarial de 4% y el pago de un bono de 28.000 dólares.
Los sindicatos de Codelco se declararon hoy «atentos» a las declaraciones de Piñera, aunque creen difícil que el nuevo presidente pueda introducir cambios bruscos.
«Estamos entre tranquilos y preocupados, pero creemos que no sería una buena política meterle mano a Codelco», señaló a la AFP el dirigente Jaime Graz.
«Es muy difícil que se hagan cambio inmediatos. Creemos que esto va a ser pausado. A los trabajadores nos avalan los contratos colectivos, pero si éstos se tocan, la dirigencia hará lo que tiene que hacer», agregó.
En su exposición, Piñera explicó que inyectaría recursos a Codelco a través de la «retención de utilidades y una modificación que apunta a terminar con el régimen de 10% dispuesto para financiar a la Fuerzas Armadas».
Esa ley, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, obliga destinar el 10% de las ventas de Codelco a la exclusiva compra de material bélico.