La comunidad internacional y el embargo


En total 184 paí­ses miembros de la Organización de Naciones Unidas votaron ayer contra el embargo que desde hace más de cuarenta años mantiene Estados Unidos contra Cuba y salvo los mismos Estados Unidos, Israel, Palau y las Islas Marshall y la abstención de Micronesia, el resto del mundo consideró impropia esa acción unilateral que al final de cuentas no ha servido en tanto tiempo para imponer un gobierno al gusto de Washington, pero que ha afectado y empobrecido al pueblo de Cuba, privado de la posibilidad elemental de mantener relaciones comerciales con otros paí­ses del mundo. Y es que debe recordarse que el embargo no se limita al cerco económico impuesto con productos de Estados Unidos y cubanos hacia ese paí­s, sino que también por virtud de leyes absurdas como la Helms Burton, sin sustento alguno en el derecho internacional, se condena a las empresas de otros paí­ses que hagan negocios con Cuba.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Si cuatro décadas de embargo no han producido el resultado de derrumbar al gobierno de Castro ni siquiera cuando éste enfermó y cedió sus funciones ejecutivas al sucesor constitucional, su hermano Raúl, no puede entenderse el empecinamiento que hay para mantenerlo ahora sabiendo que ello enajena más el sentimiento de la población cubana contra los Estados Unidos.

Washington tiene polí­ticas de apertura con paí­ses como China y Corea del Norte como resultado del realismo polí­tico que les ha llevado a entender que se pueden negociar posiciones aun con regí­menes comunistas. Lo que pasa es que ni China ni Corea del Norte tienen un grupo de cabildeo tan fuerte como el que constituye la poderosa comunidad cubana que desde Miami y otros lugares del paí­s, ejerce una constante presión sobre el gobierno norteamericano para que se mantengan las medidas como el embargo.

Florida se ha convertido en un Estado clave para las decisiones polí­ticas de Estados Unidos y si no que lo diga Al Gore con el escamoteo de votos que le hicieron. Pero además de la posibilidad de que la democracia al estilo de república bananera que existe allí­ sea útil para ciertos polí­ticos, lo cierto es que en decisiones cerradas el peso especí­fico de Florida es demasiado grande como para arriesgarlo al ganarse la animadversión de los cubanos. El caso del niño Elián González fue crí­tico cuando el gobierno de Clinton con la Secretaria de Justicia Janeth Reno a la cabeza, dispuso desafiar a esa poderosa comunidad latinoamericana compuesta por los exilados cubanos y ordenó que el niño fuera devuelto a su padre. El impacto que ello tuvo en la elección de Bush fue significativo y por lo tanto no hay polí­tico que ahora se atreva a hablar contra un embargo que es una soberana babosada, un error polí­tico tremendo y un castigo para el pueblo cubano que se traduce, justamente, en sentimientos de animadversión contra los Estados Unidos que no facilitarán una normalización de relaciones en el futuro cuando, según los cálculos de los expertos en Washington, se produzca alguna forma de transición.

Los norteamericanos en esta postura aberrante están más solos que Taiwán que sigue perdiendo amigos en el mundo por la creciente influencia y poderí­o económico de China. En realidad apenas cuenta el apoyo de Israel que, en todo caso, puede ser como aquellos de «no me defiendas compadre».