Así sucedió en Samaria, en otras ciudades y en millones de urbes después, puede también repetirse en nuestra ciudad de Guatemala ahora cuando más lo necesita. Es el momento de dejar nuestra «ciudadela de cuatro paredes inmediatas» e ir al Festival que el actual cristianizante Luis Palau está por traernos en el Parque La Democracia de la Zona 7 el próximo 13 y 14 del mes de marzo próximo.
Decir ciudad es figura de confusión y de alegrías de mil y tantas cosas; pero ahora la nuestra es realidad de dolorosas conmociones de maldad, violencia, inseguridad y muertes. Unos son indiferentes, los más lo lamentamos y tememos ser los protagonistas de las circunstancias del día, para la nota roja periodística cual si fuese el boletín diario de necropsias de la morgue.
Pero además vivimos como si no nos amaramos ni así mismos ni a otros y nos destruimos también con odio diabólico de muerte unos a otros, en la explotación y latrocinio de la venta propia o intermediaria a los expoliados consumidores, aun en productos locales y servicios necesarios a los necesitados; y excedernos en las demandas públicas.
La ciudad pareciera estar abiertamente contra el cielo y la voluntad de Dios. No hay amor de Cristo ni su paz en millones de corazones que los hechos confirman; y sin í‰l la vida real es una cruda realidad en la hora y nuestra «bella ciudad actual taza de plata» presente, y de eterna primavera ahora también permanente «muertedera» de humanos infantes, niños e inocentes seres.
La situación que el mundo sufre no la arreglan historias, cuentos, tradiciones, ni religiones ni verdades a medias. Tampoco se trata de «que nuestros padres dijeron», adorar en este o aquel monte o lugar como se entendía en un tiempo; sino de encontrarse con el Cristo Vivo Resucitado que sacie todas las ansiedades que merezcan ser dichosas, que cambia el barro hecho carne ahora convertido en hierro, volviendo los corazones sensibles con acciones de oro refinado espiritualmente, que de paz y seguridad duradera.
Aquella mujer samaritana lo creyó, y experimentándolo fue a su comunidad a contar quién le había dicho toda la verdad; entonces la ciudad salió y vino a Cristo al pozo de Sicar; y se lo llevó consigo en sus corazones y a sus hogares para toda la vida; diciéndole a la samaritana -Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, El Cristo.
Millones de guatemaltecos individualmente ya tienen la experiencia y hasta podría decirse que de las enseñanzas de Jesús ninguna les hace falta desde su mocedad a unos y otros; pero una cosa falta hacer, que nuestra ciudad capitalina salga a Cristo en el próximo Festival que nos trae Luis Palau. La Alianza de iglesias Evangélicas y el Arzobispado católico de Guatemala, y cuanto sector sea sufriente de la situación actual, sean los que inviten a este magno evento cristiano; y propicien las facilidades para que se llegue a Jesucristo, el mismo de la Biblia que cansado del camino se sentó a esperar a la samaritana, como ahora espera a la ciudad de Guatemala y conozca lo que toca a su paz, gozo y seguridad.