Ahora nos dicen que, tras veinticinco años de estar dirigiendo los destinos del Municipio de Guatemala, el equipo del Alcalde Arzú empezó a planificar la ciudad del futuro ofreciendo justamente todo lo que eliminaron desde que se hicieron cargo de la Alcaldía, es decir, dispensarios municipales, bibliotecas de barrios, mercados cantonales y rescate de parques y áreas verdes. Una ciudad del futuro en la que, de pronto y bajo la presión de la oferta de otros candidatos, repara en que no tenemos un eficiente sistema de transporte y que hay enormes carencias en el suministro de agua.
La ciudad del pasado, la que han dirigido por un cuarto de siglo, es la ciudad de la oscuridad en el manejo de las finanzas que encubiertas en los fideicomisos y otras mañas para impedir la fiscalización, han servido para colocar en empleos a todos los parientes y amigos con salarios que ni siquiera aparecen en el presupuesto de la Municipalidad de Guatemala porque todo es parte de una especie de “operación encubierta†cuyo secreto es celosamente guardado.
No podemos culpar al Alcalde Arzú ni a quienes él puso al frente de la Alcaldía durante este largo período porque todos, léase bien, todos han gozado del respaldo de los electores a los que, evidentemente, les parece bien lo que se ha hecho y también lo que se ha dejado de hacer. El vecino de la ciudad de Guatemala es el único responsable de lo ocurrido porque ha ratificado, una y otra vez, con su voto, que no requiere de más de lo que le han dado.
Tener una policía de tránsito que es reflejo de la prepotencia de quienes no rinden cuentas ni se interesan por explicar la forma en que manejan los recursos no es casualidad y desde que está la PMT ya el ciudadano ha tenido la oportunidad de elegir y con todo y lo que la gente protesta y se queja por la incapacidad y arrogancia de los agentes, les vuelve a dar su voto a quienes le imponen ese sello.
Que se negocian licencias de construcción a cambio de que los constructores paguen ciertas obras no se ve como extorsión, aunque se construyan edificios fuera de las regulaciones. Que el municipio funcione como finca o feudo de una persona nos parece la cosa más normal del mundo. Tanto que resulta que ninguno de los candidatos critica eso, tal vez porque si ganaran quisieran mantener esa forma de negociar. No olvidemos que hay dos candidatos que han sido, por lo menos, cómplices de ese estilo y que, conociéndolo al dedillo, no hablan ni dicen nada.
Pero al final, la decisión es del elector que, por lo visto, está conforme con lo que ocurre.
Minutero:
La tal ciudad del futuro
se construye sin apuro
en medio de turbios permisos
y oscuros fideicomisos