La CICIG no es un lecho de rosas


Noticia de impacto fue la designación del nuevo Comisionado Internacional Contra la Impunidad de Guatemala (CICIG). Recayó en el Fiscal General de Costa Rica, que llega precedido de créditos, entre ellos, como «el Fiscal de Hierro», por sus ejecutorias firmes, apegadas a la Ley. Mano dura contra ex presidentes, narcos y crimen organizado, en primer término.

Juan de Dios Rojas

Francisco Dall´Anese Ruiz, sustituye al español Carlos Castresana, quien estrenó el cargo. Tras actuaciones trascendentes y logros reconocidos se marchó, satisfecho del deber cumplido. Lleva consigo plural estima, aunque deja resentimientos de otros sectores; la empatí­a no es unánime.

Castresana sentó las bases de la institución, y en las primeras de cambio durante el tiempo que fungió, hubo de salir airoso al desenmarañar casos de gran impacto. Pero la animadversión a su persona estuvo presente y también hubo intento de desacreditar su animoso y puntal desempeño. Eso mismo afianza el encabezamiento de la presente columna ante el público.

Imposible resulta queden en el tintero y sobre la mesa de trabajo pendientes de resonancia, entre otros casos palabra mayor, citamos; el de Rosenberg, Los Mussa, hermanos Valdés Paiz, Alfonso Portillo y Diego Moreno Botrán. Conforman saldos urgidos de llegar a su término, al agotarse los debidos procesos en el ámbito judicial y arribar al tí­tulo de casos cerrados.

En breve análisis situacional, asumo que la CICIG de verdad no es un lecho de rosas; no faltan presiones de diverso calibre. De sobra lo sabe el nuevo titular; por lo tanto la llama del entusiasmo, junto a la experiencia que posee, fruto de largo fogueo no amenguará -creemos- el espí­ritu que anime a sus mejores esfuerzos.

Algo de suyo caracterí­stico e importante resulta el accionar de la CICIG en nuestro medio convulsionado. Sin embargo, y pese a los pesares ha salido a flote. El imaginario colectivo está de acuerdo que la institución aludida no sólo emprende investigaciones, también brinda cooperación estrecha correspondiente en casos de verdadero renombre.

Prueba contandente de la eficaz labor en el campo judicial, precedida por la dama de los ojos vendados, es llevada a cabo, y habiendo obtenido créditos ante la población, es bien vista. Tanto que el gobierno central con respaldo popular, a través de canales de rigor, pidió al Secretario General de la ONU prolongue un tiempo más su mandato en el paí­s.

La CICIG como entidad internacional gana prestigio entre «los buenos», no así­ tocante a «los malos», infaltables unos y otros. En el mundo las diferencias seguirán mostrando su marcado rostro, ajeno sin vacilaciones, no digamos al sector identificado como anillo al dedo, como poderes fácticos, que mantienen influencia temeraria, pero evidente.

El tiempo similar a corceles veloces en carrera por campo travieso, transcurre sin sentir; sobrada razón para desechar expeculaciones a granel, auténticos distractores, incluso, cuando mucho, concederle el beneficio de la duda al recién nombrado para el cargo de Comisionado. Situación que es obvio tiene protagonismo antes de saber el desempeño suyo.

Que el hecho de no ser un lecho de rosas el importante cargo en la mencionada institución de raigambre internacional, sea por el contrario palpablemente demostrado con leales entendederas, colmadas de sabidurí­a, buena dosis de justicia iluminada. Que la complicada senda a emprender por el nuevo personaje costarricense, le sea leve para bien general.

Guatemala es escenario de sucesos y catástrofes naturales que afectan a pobladores diversos, decididos a reconstruir el paí­s. Empero lo es en otra lí­nea de pensamiento, la plataforma firme donde tienen desarrollo cambios resonantes. Con la frente en alto, seguros y esperanzados, asimismo, por aquello de las dudas, que todo será un éxito finalmente.