Cada vez que salgan cables de nuestra embajada y que sean filtrados por WikiLeaks, veremos varios elementos y a cada persona le llamará la atención algún aspecto en particular de la filtración. Con respecto a la segunda entrega que hacen, y que consiste en un cable enviado por el embajador James Derham luego de la reunión que tuvo con Colom para despedirse de Guatemala, el comentario que hizo Colom sobre Rigoberta Menchú acapara la atención porque el mandatario dijo que la Premio Nobel fue en realidad creación de la escritora Elizabeth Burgos, colocando a la dirigente indígena como producto en vez de reconocerla como actora principal de su trayectoria mundial.
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A mí, en cambio, me ha llamado más la atención la explicación que dio el Presidente de Guatemala al embajador de Estados Unidos sobre la razón por la cual estaba decidido a firmar el acuerdo de Petrocaribe con Venezuela, puesto que le dijo a Derham que dada la inflación que se vivía en el país que estaba ahogando a la población, estaba sorprendido de que el interior del país no hubiera explotado en protesta por los recientes incrementos de precios de la comida y de los combustibles, expresando su preocupación porque no tardaría mucho en darse una reacción popular. Colom le indicó al diplomático que la reforma fiscal no sería aprobada y que por ello consideraba que los fondos que podrían liberarse gracias al convenio de Petrocaribe serían importantes para aplacar esas posibles reacciones de descontento popular.
Por supuesto que hay que entender que Colom no quería molestar a Estados Unidos y tanto él como su canciller fueron categóricos en que para ellos lo más importante de todo era la relación con Washington y le hicieron ver al embajador que no habían aceptado invitación para conformar el ALBA y que no cederían a presiones del gobierno de Venezuela.
Es en ese contexto, hablando de por qué firmaría Petrocaribe, que Colom esgrime el argumento de que hay volatilidad política en el interior del país y que las condiciones económicas podrían en determinado momento traducirse en una explosión social. Pero evidentemente Derham compra la idea de Colom y la hace suya cuando en la parte final del cable plantea su particular punto de vista y coincide en que hay riesgo de una reacción de la gente ante las adversas condiciones económicas. La verdad monda y lironda es que hay que reconocer que dadas las condiciones sociales imperantes en el país y la no implementación de aquella parte de los acuerdos de paz que pretendían resolver las causas del conflicto armado interno, lo expuesto por Colom no es descabellado y se tiene que trabajar seriamente para eliminar esos riesgos.
Imposible decir, desde mi perspectiva, si Colom tenía realmente informaciones que le hicieran temer por procesos de explosión en el contexto de la reacción popular por las condiciones económicas o si simplemente estaba argumentando para venderle la idea a Derham de que lo de Petrocaribe era una acción de pura conveniencia y hasta de sobrevivencia sin comprometer políticamente a la «socialdemocracia» guatemalteca con la política de Venezuela en el continente americano. Lo cierto del caso es que el embajador sí le compró la tesis y en ese sentido envió su informe.
Inexacta ha sido la referencia respecto al papel del Ministro de Ambiente, puesto que fue el embajador Derham quien habló de las imprudencias del funcionario y Colom simplemente las corroboró. Pero fue el diplomático quien se quejó del poco tacto mostrado por Ferraté para hablar de cuestiones que, según el embajador, ahuyentaban la inversión extranjera y el Presidente le dio la razón, zafando la varita a su ministro.