Independientemente de si alguien es de derecha, centro o izquierda, hay hechos irrefutables como que la impunidad en nuestro sistema es caldo de cultivo para las mafias y que desde la entrada de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), grupos enemigos y que se habían jurado una guerra eterna, terminaron aliándose porque vieron en la unión la fuerza necesaria para enfrentar a un rival que no solo era poderoso si no que no se andaba con chiquitas para combatir la impunidad mediante casos de alto impacto.
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Y uno de los grandes temores de aquellos que entienden lo que la impunidad significa en nuestro país, era no sólo que fracasara el experimento, sino que los grupos de poder paralelo a los que precisamente la CICIG debía enfrentar, se vieran fortalecidos y salieran victoriosos aún en contra de un ente con todo el conocimiento operativo, apoyo internacional y recursos, porque eso significaría que habían construido un fortín más grande que el que tenían antes de la entrada de la Comisión al país.
Y a un esfuerzo de ese calibre para combatir la impunidad, le hace falta tener un Ministerio Público comprometido. Claudia Paz y Paz, que ha demostrado voluntad en especial para resolver los temas que tienen que ver con los delitos contra la vida, fue siempre una parte importante para facilitar el trabajo de la Comisión, pero tuvimos la mala suerte de que la época de Francisco Dall’Anesse al frente de la CICIG, se vio marcada por un letargo institucional provocado por la cooptación que algunos grupos lograron realizar a través de un exdiplomático que fue recolector de dinero de la campaña de los Colom.
Y ahora que teníamos la expectativa de empezar a ver en acción a Iván Velásquez, quien ha entendido de forma clara el problema de lo que significa la impunidad y el secuestro del que es víctima nuestro sistema, surge la decisión de la Corte de Constitucionalidad y ello hace que Velásquez en lugar de tener al menos 10 u 11 meses de acción con un MP que no ponga trabas, ahora solo tendrá alrededor de tres meses y le tocará esperar a quién designan en el Ministerio Público. De paso, Velásquez y la CICIG libran una batalla que los guatemaltecos no hemos querido asumir como propia.
Es necesario entender lo que significó el fallo de la CC y por qué se da en este momento. Primero, porque la CICIG ya había trazado su hoja de ruta, que incluía los temas a los que el MP por si solo jamás le entraría, tales como el desmantelamiento de redes de poder oculto de élite, la corrupción de altos funcionarios y el financiamiento de las campañas políticas. La CICIG no solo depende del MP, pero si el primer valladar está justamente en el ente investigador, la batalla de por sí compleja, se vuelve casi imposible.
Segundo, se da en un momento en que la CICIG era parte importante del proceso de elección de los candidatos a magistrados al Tribunal Supremo Electoral y el fallo los hizo desviar la atención. Es imperativo que se entienda que la CC, esa corte que durante años ha sido una de las fuentes de tráfico de influencias que desembocan en alta impunidad, sirve en bandeja de plata el hecho que el MP pueda ser controlado por alguien que no solo no investigue la corrupción, sino que además ponga trabas para quien lo desee hacer, condenando aún más a la putrefacción de nuestro sistema.
La única forma en que podemos revertir la situación es si nosotros, como ciudadanos, decidimos jugar un papel determinante que nos permita involucrarnos e incidir en la lucha contra la impunidad, pero eso hoy es utópico porque la indiferencia de la gente es tal, por la razón que sea, que la impunidad y la corrupción son cosas que no pareciera quitarnos el sueño.
Ahora debemos ser vigilantes del proceso de elección del nuevo Fiscal General y estar muy atentos, porque eso nos permitirá saber quiénes se pintarán de cuerpo entero para fortalecer la impunidad, y quiénes, al menos en apariencia, lucharán por la institucionalidad, contra la corrupción y la impunidad.