La Catedral, obra monumental


La majestuosa  Catedral  de  La  Nueva  Guatemala  de  la Asunción.  Al frente  del atrio  puede   observarse  las  estatuas  de   los cuatro apóstoles.    Foto de principios del  Siglo  XX.

Juan Garvaldo

Una de las construcciones más maravillosas construidas en la Nueva Guatemala es la joya de arquitectura colonial donde se pone de manifiesto por primera vez el estilo Neoclásico, se trata de la suntuosa obra de la Catedral de la Ciudad capital de Guatemala.


Destrucción de la catedral por los terremotos de 1917 y 1918.

En febrero de 1781 se comienzan los trabajos de nivelación del terreno cerca del centro de La Plaza Mayor hasta el lugar ocupado por el sitio que posteriormente ocupara el Mercado Central.

El sitio donde se levanta hermosa hoy la catedral era sinuoso y con objeto de nivelarlo llevaron material extraí­do de la colina de la plazuela de Remedios (posteriormente se convirtió en el bello Jardí­n la Concordia), en la actualidad es el moderno parque Enrique Gómez Carrillo. Esto fue posible realizarlo con grandes cantidades de talpetate y arena para el relleno del pavimento en determinados lugares. Al quedar el piso nivelado. Se señaló la fecha para la colocación de la primera piedra de la catedral, esto ocurrió la tarde del 25 de julio de 1782. Muchos campesinos de distintos pueblos vinieron atraí­dos por la curiosidad.

La Catedral Metropolitana, es la obra más grande de la época colonial realizada ya en La Nueva Guatemala, y se puede afirmar que es sin duda la más hermosa de las del resto de Centroamérica.

Muchos fueron los proyectos que se presentaron a las autoridades del reino; el capitán general don Matí­as de Gálvez los estudió minuciosamente y luego dispuso se delineara la iglesia, conforme el plano que le pareció mejor.

Puede decirse que los trabajos dieron principio en 1783 una vez delineada la iglesia por el arquitecto Marcos Ibáñez, quien se fue de Guatemala a los pocos meses, haciéndose cargo de los trabajos de construcción Antonio Bernasconi; pero al poco tiempo éste fallece, sucediendole en la dirección de los trabajos Sebastián Gamundi, quien también al poco tiempo falleció en 1788. Los trabajos se suspendieron por algún tiempo por no existir en Guatemala arquitectos capacitados para tan gran trabajo.

En esa lejana época se encontraba en Guatemala el ingeniero José de Sierra, a quien le encomendaron la obra, pero no realizó ningún trabajo serio, ni de importancia, porque repentinamente marchó hacia Nicaragua.

A principios de 1805 vino a Guatemala el arquitecto Santiago Marquí­ a terminar la construcción. Las discusiones que se dieron en torno a si el techo de la iglesia se harí­a de bóveda o de artesón fueron muchas. Pero surgió el buen tino del Capitán General Antonio González Mollinedo y Saravia y apoyándose en el sentir de la mayorí­a del pueblo dispuso que el techo se hiciera de bóveda.

En el año de 1813, en la administración del presidente José de Bustamante y Guerra, se termina la construcción de la obra, pero sin sus torres, la misma tuvo un costo de 300 mil pesos, aparte de muchas colaboraciones dadas por la feligresí­a católica.

Las torres se construyeron entre los años de 1863 á 1868, y fueron hechas de piedra canteada, la que se extrajo de los barrancos del Naranjo, Fueron hechas por los hermanos Pedretti, siguiendo el diseño del arquitecto Marcos Ibáñez.

La fachada principal de la Catedral antes de los terremotos de 1917 y 1918 tení­a labraduras de estilo renacimiento, excepto los capiteles de las torres, que presentaban distinto orden, la fachada cuenta con tres puertas, siendo más grande la del centro. Sobre esta en una grande hornacina, aparece labrada en piedra y de relieve, la estatua de Santiago Apóstol.

A los lados del frontispicio, que tení­a hasta diciembre de 1917, lucí­an los relojes, colocados en el año de 1885, se destacaban al norte, sobre el antepecho, las estatuas de tamaño natural, hechas de piedra, de Santa Teresa de Jesús y al sur la de Santa Teresa de Lima.

Alrededor de las torres habí­a colocados algunos perillones. Las torres medí­an de altura 135 pies desde el piso del atrio hasta las cruces; la del frontispicio, desde la base de la basí­lica, hasta la tiara que coronaba el escudo de la iglesia, era de 36 varas.

El 15 de marzo de 1867 se terminó la obra del frontispicio, la que comenzó en 1862.

Las bellas torres de La Catedral no se construyeron conforme al primer plano que se hizo. Cuando los señores Pedretti y Tonel comenzaron a construir las torres no se sujetaron estrictamente al diseño de Marcos Ibáñez. Estas las hicieron más pequeñas, previendo los terremotos. Las autoridades eclesiásticas estaban interesadas en la realización de la obra, tan anhelada por la feligresí­a católica, pero no contaban con suficientes fondos. Para ejecutar el trabajo se necesitaban 33 mil pesos y, además, una gran cantidad de piedra labrada y otros materiales.

El gobierno de la república se comprometió ayudar con 12 mil pesos pagándolos por mensualidades de 500 pesos, durante los dos años del contrato, pero esto era de esperarse, nunca cumplieron.

Mucho dinero se empleo en la construcción de las torres de la catedral, pero hay que ser consciente que son una obra maravillosa.

El 24 de marzo de 1865 se mandaron colocar en las torres varias campanas. El 5 de marzo de 1867 se dio fin a los trabajos de la fachada y en junio de 1871, el Arzobispo Piñol bautizaba y bendecí­a la campana mayor de San José, fundida en los talleres de Julio Emilio Bassaux. Esta campana tiene de peso 5 mil libras.

La campana vacante, sobre la torre norte, la fundió Mariano Francisco López. El atrio de la iglesia catedral era amplio, aquí­ se mandaron colocar en 1877 las estatuas de los cuatro evangelistas, sobre altos pedestales, esculpidos en piedra. El atrio y las estatuas a que se hace alusión se debió a la iniciativa del Ilmo. Pbro. Juan Bautista Raúl y Bertran, administrador apostólico del Arzobispado de Guatemala.

La catedral cuenta con un sistema de construcción abovedado. Las bóvedas fueron construidas aprovechando la topografí­a del terreno y habrí­an llegado hasta el atrio, si el peso de la fachada lo hubiera permitido; terminando estas bóvedas bajo el altar de San José y del de San Pedro.

El uso que han tenido estas bóvedas es para enterramientos de autoridades eclesiásticas; así­ como también antes y después de nuestra Independencia, se dio sepultura en estos lugares a personajes distinguidos; tales como el capitán General Rafael Carrera, el Mariscal Serapio Cruz, el culto presidente José Marí­a Reyna Barrios, el arzobispo Ricardo Casanova y Estrada. Ya no se habí­a sepultado a nadie allí­ hasta 1998 que se dio sepultura a monseñor Juan José Gerardi, asesinado en ese año. Estas bóvedas se abren al público en general únicamente el 1 y 2 de noviembre de cada año, Dí­a de Todos los Santos y Fieles Difuntos respectivamente; y como se apuntó, ahora para conmemorar el aniversario de la muerte de monseñor Gerardi.

Los terremotos de 1917 y 1918 causaron graves daños a la catedral. Se derrumbaron la cúpula y el altar mayor, las estatuas y las preciosas joyas y adornos yací­an por el suelo.

El arquitecto Guido Albani se encargó de los trabajos de restauración, incrustando en los formidables muros de la iglesia enorme armazón de hierro. Estos trabajos tuvieron una duración de catorce años; quedó terminada la cúpula, y más tarde bajo otra dirección, las torres y el tí­mpano.

En la parte norte de la catedral se encuentra el bello edificio del Palacio Arzobispal que tiene su entrada principal hacia la plaza mayor y otra por la sexta calle.

Por el lado sur se ubica el edificio que albergó por muchos años al colegio de San José de los Infantes.

Afortunadamente y a pesar de haber sufrido varios terremotos y muchos fuertes temblores, principalmente los daños causados por los terremotos de 1917 y 1918 y el más reciente del año 1976 se ha levantado de nuevo y ahora luce de nuevo espléndida para recibir las muchas visitas de nacionales y extranjeros.

Visitemos la bella catedral Metropolitana de la ciudad de Guatemala ya que es un monumento de nuestro patrimonio cultural y con muchos años de historia que dan cuenta de tiempos de antaño.