En una secuencia narrativa impecable y una armoniosa cadencia, el sentido metafórico contenido en el poema es impresionante y el manejo del erotismo es magistral, ardiente pero cauteloso, excitante pero discreto, llevándolo al extremo pero muy alejado de la vulgaridad. Empleando pocas palabras esboza ideas y brinda información, casi en clave (característica de la poesía lorquiana).
Desafía la imaginación, reta los conceptos abstractos y enriquece los procesos mentales. Es en mi opinión uno de los mejores poemas de García Lorca. Vale la pena leerlo detenidamente, consumirlo despacio saboreando el regalo intelectual que el andaluz plasmó. Recitarlo primero de corrido y luego hacer pausas en sus párrafos estrofas.
“Fue la noche de Santiago” aquí nos dice que el evento fue un 25 de julio, en pleno verano andaluz. Calor y ambiente festivo. “Y casi por compromiso” da a entender que al principio él no tenía proyectada la aventura pero como caballero no pudo desatender las solicitudes de la dama (¡claro después cambió de parecer!). “Se apagaron las farolas y se encendieron los grillos”, eran altas horas de la noche y la algarabía de la feria se sustituía por el canto de los grillos; es un primer recurso acústico que casi resuena en nuestros oídos. “En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos”, plantea un nuevo escenario simbólico, lejos de los campos de la feria donde se atrevió a un primer roce; al decir pechos dormidos nos insinúa pechos tiernos pero acaso, como dirían los terapeutas actuales, insatisfechos; “y se me abrieron de pronto como ramos de Jacinto” con la caricia masculina se despertaron los pechos como la imagen de resortes que se liberan, como cascada de flores. “El almidón de su enagua/me sonaba en el oído/como una pieza de seda/rasgada por diez cuchillos”. Es más directo el acercamiento del hombre y nueva referencia acústica sensorial en cuanto a la sensación en el oído y mención subliminal del cuchillo que rasga. “Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido” esto es, que no había luna y por eso los árboles parecen más grandes. “Y un horizonte de perros ladra muy lejos del río”. Casi escuchamos los ladridos de esos perros y nos recrea la imagen de la aislada intimidad de los amantes.
Se abrieron paso hacia el río “Pasadas las zarzamoras/los juntos y los espinos” se sentaron en la ribera y convenientemente preparó el improvisado lecho “bajo su mata de pelo/hice un hoyo sobre el limo”. Encendidos los amantes cada uno se preparó: “Yo me quité la corbata/Ella se quitó el vestido/Yo el cinturón con revólver/Ella sus cuatro corpiños”. Reafirma la imagen de macho con su arma al cinto y corbata. Luego el autor reproduce la imagen de una escultura natural de la que el hombre queda extasiado y exclama con admiración: “Ni nardos ni caracolas/tienen el cutis tan fino/ni los cristales con luna/relumbran con ese brillo”. Continúa la parte más ardiente del poema cuya descripción casi gráfica que debe entenderse en su justo sentido: “Sus muslos se me escapaban/como peces sorprendidos/la mitad llenos de lumbre/la mitad llenos de frío.” Es interesante el contraste entre la pasión desenfrenada con la tensa angustia. Y continuando las mismas escenas, cansado y satisfecho, declara: “Aquella noche corrí/el mejor de los caminos/montado en potra de nácar/sin bridas y sin estribos.” Casi gráfico. Curiosamente surge luego la idea de censura: “No quiero decir, por hombre/las cosas que ella me dijo/La luz del entendimiento/me hace ser muy comedido.” Ese reproche se marca más con la metáfora de la suciedad: “Sucia de besos y arena/yo me la llevé del río”. El poema continúa y sugiero que lo sigan leyendo.