Las últimas dos semanas, estuve ausente de esta columna de cada lunes, en Diario La Hora. Estar fuera del país me ha caído muy bien, porque he regresado a una realidad que puedo observar con mucha mayor objetividad, al haberme separado –unos días apenas– de Guatemala. La lejanía de su patria, es buena para el analista. Incluso, el viaje me hizo comparar realidades, semióticamente hablando y retorno con alforjas nuevas, nuevas, llenas de ideas frescas.
Eliseo Verón nació 1938 en Argentina, se licenció en filosofía en la UBA y se fue a Paris, donde conoció a Lévi-Strauss, al que tradujo. Su vida ha estado ligada a las ciencias sociales. Son numerosas sus obras, sobre diversas temáticas, pero él se reconoce como semiólogo. Actualmente, es profesor de la Universidad de San Andrés, donde dirige la licenciatura en Comunicación y la Maestría en periodismo.
Entre las muchas cosas interesantes que ha sentado bases teóricas, Verón ha fundamentado que el campo discursivo de lo político es una lucha entre enunciadores. Esto, evidentemente, implica un enfrentamiento, una relación con uno o varios enemigos políticos. Para Verón, la enunciación política puede ser inseparable de la construcción de un adversario. Es decir, al emitir un discurso, el político siempre hace referencia a su adversario, sea evidente o en forma solapada.
Crear o construir el adversario significa que todo acto de enunciación política supone necesariamente que existen otros actos de enunciación, reales o posibles, opuestos al sujeto de la enunciación. Y que esa enunciación buscará impactar a tres tipos de destinatarios, que son: protodestinatario, paradestinatario y antidestinatario.
Según la tesis de Verón, el protodestinatario, es aquel simpatizante del político. El paradestinatario es el receptor neutral del mensaje y el antidestinatario, es aquel que no simpatiza con las ideas del político. El primero, se puede considerar como un destinatario positivo, y el último, lo podemos calificar de negativo. Por medio de sus mensajes, los políticos plantean sus propuestas a los públicos, mismas que son recibidas bien, por los destinatarios positivos (protodestinatarios) y mal por los negativos (antidestinatarios). Uno crítica al político que no le simpatiza, pero alaba y encumbra con quien sí se compenetra. ¿No le ha pasado a usted?
Esto viene a colación, porque ahora que retorné de viaje, caí en cuenta de la serie de propuestas falaces de muchas de las piezas propagandísticas. Me parece que a algunos y algunas candidatas se les fue la mano, al proponer cosas que son muy atractivas, pero imposibles de lograr. Algunas promesas rayan en lo inadmisibles. Muchas ofertas son realmente frívolas, vacías de toda lógica y esperamos que el electorado castigue semejante actitud, rechazándolas.
Esta ha sido una de las peores campañas políticas de los últimos años, algunas piezas rayan en lo chocarrero, otras son puras payasadas, algunas reflejan lo absurdo e incoherente que significa ser candidato presidencial en este país, pero en el fondo, todas, todas las piezas de propaganda son reflejo de un subdesarrollo político es-pe-luz-nan-te.
Esta campaña 2011 ha servido para desnudar a los políticos guatemaltecos: desde los más oportunistas, pasando por las candidaturas obcecadas e imposibles, siguiendo con las que dan risa, hasta culminar con las que dan pena, muuuucha pena. Cada acto de enunciación política, ha demostrado una realidad, una triste realidad: nos falta mucho, mucho en el campo político… para desgracia e infortunio de los que somos antidestinatarios de estos mensajes, porque nada golpea positivamente nuestra conciencia. ¡Nada!