Tras su conquista del Balón de Oro-2007 y su mirada del planeta fútbol desde el Olimpo, el brasileño Kaká sufrió un periodo de altibajos que tocó fondo el viernes, con la eliminación de Brasil en cuartos del Mundial-2010, después de una temporada mala en el Real Madrid.
«Estoy listo para ser el líder», avisó Kaká al llegar a Sudáfrica-2010 en medio de dudas por su estado físico mediocre tras arrastrar una temporada en la que estuvo prácticamente tres meses fuera de competición por una serie de lesiones, principalmente una pubalgia, gran maldición para los futbolistas.
En Port Elizabeth, tras la victoria de Holanda 2-1 con doblete de Wesley Sneijder, enganche que Kaká debía reemplazar en la «Casa Blanca», que selló la eliminación del Brasil, el ex Sao Paulo firmó una pobre tarjeta en su adiós, sin goles, con una tarjeta roja y la constatación que no pudo hacerse líder.
Kaká tocó fondo, flotando en un equipo en el que le faltó socios para dialogar, cuya sintonía con Luis Fabiano no explotó salvo. Tampoco con Robinho.
«El espectáculo final, lo importante, es ganar. Tenemos un grupo muy fuerte, jugadores talentosos y un equipo enfocado en ganar la Copa del Mundo, hay jugadores con mucha hambre del ganar el título», decía Kaká.
Una declaración extraña para un estilista que se olvidaba del arte y priorizaba el resultado, lo que denotaba su estado fuera de eje.
El año previo al Mundial había comenzado de maravilla, con su consagración total en la Copa Confederaciones-2009, en la que fue campeón y Balón de Oro, rótulos con los que llegó a Madrid tras un pase de 65 millones que pagó el merengue al Milan, su primer club europeo al que llevó a ganar la Champions-07.
Pero Kaká, que había hecho olvidar a Ronaldinho en eliminatorias con Brasil, inició la preparación para Sudáfrica-2010 con problemas físicos en la pierna izquierda, que aquejaban su forma física y el rendimiento de aquel jugador que en 2007 fue Balón de Oro de Europa y FIFA World Player.
Tras un debut flojísimo ante Corea del Norte (2-1), en que le cayó la prensa internacional y, especialmente, la brasileña por lento e impreciso, Kaká resurgió frente a Costa de Marfil (3-1), aunque cerró el partido con una tarjeta roja que le impidió enfrentar a Portugal (0-0) y ganar rodaje.
Frente a Chile (3-0) levantó el nivel, controlando los contraataques, aunque muchas veces se lo veía fuera de ritmo dentro de un estilo táctico de juego que tampoco le convenía mucho.
El viernes, frente a Holanda, su imagen fue la de los últimos tres años, la del sube y baja, con talento en cuentagotas y chupado por la presión oranje.
«Nadie está más triste que los jugadores. Hay muchas personas tristes en Brasil, soy consciente de ello. Pero nadie está más triste que nosotros», se defendió Kaká en Port Elizabeth.
«Fue un Mundial complicado, un partido difícil y la manera en cómo terminó fue terrible», admitió Kaká.
«Lo hemos dado todo, nos hemos esforzado mucho. Las expectativas de Brasil eran el título.
Así que lo que ha pasado este viernes nos llena de tristeza. Dos errores permitieron los goles de los holandeses, es algo triste», apuntó Ricardo Izecson dos Santos Leite, porque de Kaká en Sudáfrica, casi nada.