La caída de Lugo de su pedestal en Paraguay ha puesto a unos gobernantes del Sur con las barbas en remojo


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Gran resonancia ha provocado nacional e internacionalmente la destitución del sacerdote Fernando Lugo del cargo de presidente del Paraguay, por decisión de la mayoría de diputados al Congreso de la mencionada república sudamericana.

Marco Tulio Trejo Paiz


Medios de comunicación escritos, radiales y televisados de los países latinoamericanos, entre otros, han estado informando y comentando la situación creada por la defenestración de Lugo.

Por lo regular, el oficialismo de unos cuantos patios de tal región continental ha reaccionado ordenando a sus embajadores regresar a sus respectivos países de origen.

Los presidentes de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, República Dominicana, El Salvador y algún otro Estado han declarado que no echarán bendiciones de reconocimiento al nuevo presidente de Paraguay, Federico Franco y, por añadidura, Brasil ha hecho la sugerencia de expulsar a Paraguay del Mercosur y de la Unión de Naciones.

Al parecer, ha dolido a los personajes de turno en los puentes de mando, de varios países de Amerindia, lo ocurrido a Lugo, a quien en la representación nacional paraguaya le han de haber encontrado y comprobado toda una sarta de motivos que obligaban a defenestrarlo.

Lugo mantuvo en secreto durante algún tiempo haber procreado hijos a hurtadillas del pueblo, lo cual se le descubrió un día de tantos y, él en el transcurso del tiempo, no tuvo más que reconocer la paternidad. ¡Un obispo que se salió de la línea a causa de la cachondez!…

Cierta gente del “zurdismo” emite juicios a su manera haciendo uso de la libertad de expresión que, mal que bien, es respetada en este solar centroamericano, pero llama la atención que jamás arremete, como es debido, contra quienes detentan ilimitadamente el poder, y han suprimido la prensa independiente, por ejemplo, en la Cuba comunista de los Castro Ruz; en la Venezuela que tiene bajo sus plantas Hugo Chávez Frías; en la Bolivia que soporta ya dos períodos presidenciales de Evo Morales; en la Nicaragua donde también pretende eternizarse en la altura burocrática Daniel Ortega, por cierto ha sido acusado de abusar sexualmente de una hijastra desde sus primeros años de vida.

Santo y bueno que los periodistas y demás ciudadanos hagan (o hagamos) uso de la decantada libertad de expresión; pero, eso sí, con absoluta imparcialidad.

Nosotros, valga decir al margen de la inmodestia, como periodistas actuamos en el campo de la interpretación y de la opinión despojados de la parcialidad, y es que no somos político-partidistas,  ni extremistas de lado alguno, sino devotos, sencillamente, de la política-ciencia que apunta a la instauración  de un Estado moderno que vuelque generosidad al pueblo todo, sin distingo alguno.

Valga decir, también, que no aceptamos cuartillas de encargo; no escribimos al dictado ni estamos como en subasta a disposición del mejor postor. Somos celosos respecto del cartel profesional y damos al César lo que es del César en honor a la verdad monda y lironda con justicia, realidad y ética.

El caso de Paraguay es de los paraguayos; merece respeto su soberana voluntad para tomar resoluciones sobre cualesquier asuntos políticos y de todo orden.

Según se sabe, existe una conspiración contra los países libres, democráticos, con la pretensión de instaurar regímenes de gobierno totalitarios de espaldas a las libertades de todos los seres humanos como, por ejemplo, el de la Cuba comunista de los Castro, el de Venezuela de Hugo Chávez Frías, el de Evo Morales de Bolivia, el de Correa de Ecuador, el de la Nicaragua de Daniel Ortega y más de algún otro en potencia…

Dios quiera que más temprano que tarde se vuelva a la calma en las agitadas aguas de la politiquería del Paraguay, o sea que impere la normalidad plena.

Es de esperar que los ciudadanos y ciudadanas, que con espíritu patriótico  vienen tratando los acontecimientos políticos paraguayos, logren un feliz desenlace de la situación que se ha producido, procurando que todo se haga respetando la Constitución y las leyes de ella emanadas y revestidas de  constitucionalidad, sin olvidar que mundialmente se está caminando  a cosetadas para que los humanos podamos vivir aprovechando todas las bondades de la genuina democracia  y dejando así, atrás, muy atrás, para siempre, todo sistema dictatorial y tiránico.  . .

Es deseable que todos los americanos, sin excepción, enarbolemos con pasión y orgullo las hermosas banderas de la libertad y aboguemos por que imperen la justicia social y todo aquello que contribuya a vivir con decoro y positivo beneficio.

¡América libre debe brindar solidaridad y apoyo moral y material a Paraguay para que viva en paz y en democracia!