Vuelve la burra al trigo, solía decirse antaño para evidenciar terquedades en que se incurre no obstante que se ha probado su efecto pernicioso. Y ahora, cuando vemos que el oficialismo realiza un intenso cabildeo, que seguramente terminará siendo exitoso porque hay mucho en juego, para liberar controles que permitan generar nuevamente millonarias deudas flotantes, cae como anillo al dedo la expresión.
Por fortuna, al menos, se evitó el desaguisado de que se disfrazara la reforma a las normas presupuestarias dentro de una anodina Ley de Túmulos como había pretendido inicialmente el partido de gobierno para meter un gol del tamaño de la catedral. La publicación en primicia de la noticia en La Hora sirvió para alertar a las bancadas sobre lo que se estaba tramando y ahora las autoridades de finanzas y de Comunicaciones y Obras Públicas están realizando el intenso cabildeo para “convencer” a las distintas bancadas que crear deuda flotante no es malo, que puede ser conveniente para el país por la facilidad de ejecutar obra y, lo que no se dice, es muy conveniente para muchos porque quedan abundantes ollas untadas, tanto como para facilitar el convencimiento de aquellos diputados retrecheros que saben lo que vale un voto cuando hay tantos millones de por medio.
En todo caso lo grave es que tras el escándalo que se armó cuando se conoció que la deuda flotante llegaba a miles de millones de quetzales, hubo un asomo de sensatez y en el presupuesto que rigió para el año pasado se establecieron normas y candados para evitar que se incurriera en el delito de contratar obra sin que estuviera contemplada en el presupuesto.
Pero como ni la Contraloría ni el Ministerio Público hicieron nada para sancionar a los ladrones que promovieron negocios firmando contratos que terminaron en deuda flotante porque no había asignación para cubrir el monto de los mismos, ahora que estamos ya próximos a la campaña electoral vuelve a ser muy interesante el ruido de las monedas que pueden ir cayendo como “compensación” por los contratos espurios y oscuros que se suscriben sin asignación presupuestaria y que, aunque el pago sea tardado, constituyen un negocio muy considerable para empresarios y funcionarios que se asociaron para sacarle raja al erario.
Lo más preocupante, para variar, es que en nuestras narices están negociando una fórmula para saquear al Estado y nadie dice ni hace nada. Veremos que se logra el “consenso”, porque hay pisto para asegurarlo, y a fin de año nos iremos de espaldas al ver el monto de la deuda flotante.
Minutero:
Presión de los contratistas
para crear más deuda flotante;
empresas se pasan de listas
y el pueblo se queda campante