La brasa en sus manos


Tal y como era de esperar, no hubo acuerdo en las discusiones que sostuvieron delegados de los trabajadores organizados y de los empresarios del paí­s con respecto al salario mí­nimo y hoy mismo el Ministerio de Trabajo está pasando la brasa al Presidente de la República para que se decida de conformidad con la ley al respecto.


Decimos que el resultado era previsible porque en los últimos lustros ha sido imposible conciliar los puntos de vista de empleadores y empleados respecto al tema del salario mí­nimo y cuando el mismo ha sido modificado lo ha sido por virtud de decisión del Ejecutivo.

Históricamente los trabajadores reclaman aumentos en el salario mí­nimo para compensar, cuando menos, el í­ndice de la inflación durante el año, lo cual no siempre ocurre y por lo que hay un rezago importante en la relación de ambos términos. Tradicionalmente los empresarios decí­an que subir ese salario base provocarí­a desempleo, extremo que nunca se ha comprobado con los indicadores del Seguro Social que para el efecto serí­an los más confiables; sin embargo, desde hace un tiempo se habla de que los salarios deben decidirse por productividad, pero no hay una propuesta concreta respecto a cómo medirla.

El hecho es que para el presidente ílvaro Colom el tema no deja de ser problema, porque como hemos dicho en reiteradas ocasiones, no quedará bien ni con unos ni con otros, cualquiera sea su decisión.

Porque siempre el trabajador sentirá que el nuevo salario mí­nimo es muy bajo y siempre el empleador dirá que es demasiado alto. No obstante, corresponde al Presidente de la República tomar la decisión y la misma será conocida en los próximos dí­as.

En el tema del salario mí­nimo hay que recordar que el mismo se aplica únicamente a la fuerza laboral que se encuentra dentro de la economí­a formal y no a la que diariamente desempeña su esfuerzo y hace su aporte desde la informalidad. Y eso nos lleva al tema de que el gobierno tiene que hacer esfuerzos grandes por resolver ese problema e iniciar polí­ticas que permitan a distintos negocios que se realizan fuera del marco institucional trasladarse a la economí­a formal mediante estí­mulos que hagan atractivo para el empresario y conveniente para el trabajador, ese cambio de situación.

Lamentablemente en tiempos de crisis es mucho mayor la tendencia a incrementar la economí­a informal y eso significa que son muchos más los trabajadores que no tienen los beneficios y coberturas que son indispensables para garantizar que el producto de su trabajo les permita una vida digna. Por ello el tema del salario mí­nimo nos debe llevar a reflexiones sobre problemas estructurales de la economí­a del paí­s.