No me es posible en estos cortos renglones escribir sobre la estrategia militar que siguieron los dos ejércitos el 2 de febrero de 1851, aspecto este ya publicado. Existe un monumento en lo alto del cerro en el municipio de San José La Arada, en él están los nombres de los jefes militares y los lugares que ocuparon los batallones.
El presidente de la República de Guatemala, Rafael Carrera, depositó el mando en el general Mariano Paredes y desde el mes de diciembre se situó en diferentes lugares fronterizos para atender una gran cantidad de situaciones: deserciones, enfermos de sarampión, ejercicios diarios de los soldados, labor de espionaje, órdenes para que los vecinos levantaran las cosechas de maíz en los terrenos de los soldados, conseguir medicinas, médicos, recursos económicos, para esto último envió una comisión al mando de José Víctor Zavala a Belice, otra comisión que dialogara con el Presidente de Honduras, don Juan Lindo, en un intento por persuadirlo de no apoyar la invasión a Guatemala.
Los invasores pertenecían al partido Liberal en tanto Carrera era el máximo líder militar del partido Conservador. En este artículo no presentaré la ideología de cada partido. El propio presidente de El Salvador general Doroteo Vasconcelos era el jefe militar del Ejército coaligado que el primero de febrero ocupó Ipala. Carrera movilizó a sus soldados de Chiquimula hacia las alturas de La Arada. Después de ocho horas de combate los invasores regresaban derrotados dejando en el campo de batalla quinientos veintiocho muertos. Carrera ordenó la persecución distinguiéndose en esta acción don Ignacio García Granados. El ejército de Guatemala ocupó el occidente de El Salvador en las poblaciones de Santa Ana y Sonsonate, pero ya no se concretó la marcha sobre San Salvador, aunque hubo conferencias sobre que Vasconcelos debía dejar la Presidencia
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No es mi propósito defender ni atacar a Carrera. Por las fuentes primarias que he podido consultar en el Archivo General de Centro América he llegado a la conclusión que Carrera fue un buen Presidente, demostró a lo largo de su vida militar en numerosos combates un elevado sentimiento de patriotismo. Los pocos países que visitó lo hizo pasando penalidades militares y un exilio, luchando por la causa que consideró verdadera.
Hoy los presidentes, ministros y diputados no sienten ninguna vergí¼enza al utilizar los millones de quetzales en viajes, placeres, sobrevaloración de obras, toda clase de corruptelas, estafas, en contra de las poblaciones que confiadamente depositan sus votos, dejando al final de sus malos gobiernos deudas públicas que deben pagar las futuras generaciones.