Hace ratos entre infinidad de sorpresas equivalentes al infortunio de dimensiones sin medida, echó raíces que sobrepasan los índices de naturaleza horrenda, la barbarie. A diario conmueven acciones inhumanas, resultante directo de la deshumanización, cuyos rasgos dejan un sabor amargo en la boca, que conmueven a la población una y otra vez, sin término.
Dan golpes tremendos en general y en particular a los familiares de tanta víctima indefensa. Aunque suceden a diario, siempre el impacto emocional deja huellas profundas, imposible de borrar así nomás, por cuanto es algo mortificante como desesperante. Máxime si tomamos en cuenta el hecho sintomático muy hondo, Característico de suma impotencia.
Deslegitiman los valores cimentados en generaciones anteriores, sumatoria de una cultura diferente, también distinta de usos y costumbres, cimentadas a fuerza de mantenida educación, con principios firmes, en medio de la moral y ética. Es la demostración palpable que su ausencia y total falta lanza un SOS, en procura de enderezar esos caminos equivocados.
En la actualidad, donde impera toda comunicación al instante, toda la población vive informada en diversos sentidos. Así sean buenas y malas noticia redundan en el estado de ánimo; a menos y salvo la indiferencia rayana en muchos casos, desafortunadamente existentes. Sin embargo, pesa más la sensibilidad cuyo remanente apunta al siguiente caso adicional.
Sucesos que dejan perplejos a los pobladores, con un nudo en la garganta y golpes en el corazón. En resumen, tristemente conforman el pan de día a día, no obstante, los planes de las autoridades de seguridad, calcados en similares planes del Gobierno del presidente Otto Pérez. El problema viene de tiempo atrás, al que no se le dio la importancia debida.
La barbarie y sus diversas formas denotan cuánto el crimen organizado avanza y resulta más y más siniestro. Además, conllevan mayores señales de ser horrendos, signados de bestialidad absoluta y furibunda. Nunca antes tuvieron ni siquiera un amago del actual accionar que deja perplejo a cada uno de los habitantes del país, mayormente en áreas llamadas rojas.
No pretendo hacer un ordenamiento atinente al crimen, empero resalta el femicidio alarmante registrado en cifras de vulnerabilidad evidente en términos a la vanguardia. Sobrepasan cálculos en ese sentido; también sobrepasa la saña en su contra, como descuartizaciones y restantes ejecuciones en demérito del sexo débil, trato que tuvieron antes.
Mucho más sobrecogen los casos de crímenes que afectan a las niñas y menores de edad, a quienes les cortan la vida, el don más preciado. Lágrimas y congoja brotan en el acto los crímenes en contra de niñas, como el cometido con saña de unas niñas en pijamas; una de ellas con un Rosario en la mano. Cuánto dolor, pánico y miedo el de esa inocente.