Causa indignación el hecho de que muchos niños guatemaltecos sean objeto de maltrato de parte de sus padres, de sus padrastros, de sus hermanos, de otros familiares, de algunos policías y de otras autoridades que están para velar por la integridad física y la dignidad de las personas en general.
Aun en los centros asistenciales (no en todos), se trata mal a los niños y niñas, lo cual ha trascendido a los dominios de Juan Pueblo.
El maltrato a los infantes no sólo es físico sino a la vez de palabra, pues se les vapulea y se les insulta.
Es comprensible que los niños, por su propia naturaleza, por la poca cultura que han adquirido en los modestos ambientes en que ha transcurrido su vida, cometan travesuras y otros actos incorrectos, pero eso no debe ser motivo para que se les azote en los hogares, en los establecimientos que han sido creados para atenderlos y en la vía pública a donde han sido empujados, como si se tratase de hojarasca arrastrada por los ventarrones, a causa de la pobreza y acicateados por el hambre.
La Organización de las Naciones Unidas, a través de instituciones especiales, ha venido realizando una lucha sin tregua, admirable, en defensa de los derechos de la niñez de todo el mundo, pero muchas autoridades y a la vez no pocos individuos no se tientan el alma para perpetrar hechos reprobables, condenables, contra infortunadas criaturas.
Estamos en un país en el que a diario se cometen verdaderos actos de brutalidad con derroche de impunidad. ¡Qué derechos humanos ni qué nada! Esos benditos derechos se han convertido, cual melcocha, en un estira y encoge, más que todo para favorecer a los pícaros entregados a la comisión de asaltos, robos, ultrajes a mujeres ?incluidos niños y niñas?, apuñalando o asesinando a sus semejantes que osan oponerles resistencia o que, sencillamente, viven en condiciones de indefensión.
Menos mal, diremos, que en los tribunales algunos jueces y juezas están sentenciando drásticamente a los reos que se han como animalizado o deshumanizado. Lo que se está exigiendo a grandes voces entre la gente honrada es que vuelvan a ponerse en boga los espectáculos del paredón o que se siga empleando la «piadosa» inyección letal…