La autonomí­a de la autoridad monetaria


Las declaraciones del presidente electo ílvaro Colom, relacionadas con el futuro de la polí­tica monetaria, cambiaria y crediticia del paí­s, han levantado tremenda polvareda porque algunos empiezan a ver que se trata de un intento por limitar la autonomí­a de la autoridad monetaria. Dijo Colom que espera platicar con la actual Presidenta del Banco de Guatemala para determinar si está interesada en seguir en el puesto y trabajar con una Junta Monetaria que tendrá composición muy diferente por su tendencia socialdemócrata, lo cual algunos consideran ya como una intromisión que no dudan en calificar de peligrosa.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

La verdad es que la polí­tica monetaria del paí­s no la establece ni el Banco de Guatemala ni mucho menos su Presidente, sino que es competencia de la Junta Monetaria y obviamente de su composición dependerá en mucho el rumbo que se adopte. La Junta se integra por el Presidente del Banco de Guatemala, por los ministros de Finanzas, Economí­a y Agricultura, un miembro electo por el Congreso de la República, otro por el CACIF, uno por los bancos privados y uno por el Consejo Superior de la Universidad de San Carlos de Guatemala. La presencia de tres ministros de Estado en la Junta Monetaria es una garantí­a de que el Ejecutivo siempre tendrá suficiente influencia al definir polí­ticas, puesto que en el peor de los casos esos tres ministros tendrí­an como contrapeso a los dos miembros nombrados por el sector privado (CACIF y banca), más la posibilidad de que con ellos trabaje el representante del Congreso si es que la oposición tiene control del Legislativo.

La Presidencia del Banco de Guatemala y el miembro nombrado por la Usac serí­an una especie de fiel de la balanza en esa peculiar composición de la autoridad monetaria. En las actuales circunstancias, es de imaginar un escenario en el que los tres ministros, el representante del Congreso más el de la Usac, conformen un bloque con mayorí­a para la toma de decisiones frente a los dos delegados del sector privado y la misma Presidenta de la Junta y del Banco de Guatemala que, en teorí­a, tendrí­a más afinidad con el grupo empresarial.

Por ello es que Colom piensa que la licenciada Marí­a Antonieta Del Cid de Bonilla podrí­a sentirse incómoda al tener que presidir un órgano colegiado en el que ella estarí­a en la minoritaria oposición. Y no deja de tener razón, porque a ella sí­ le corresponderá ejecutar las polí­ticas que establezca la Junta en materia monetaria, cambiaria y crediticia y para nadie es un gusto tener que ejecutar acciones con las que no está de acuerdo. Pero no tendrí­a otro remedio, salvo que entrara en un conflicto dañino para la autonomí­a de la autoridad monetaria, al ponerle obstáculos a la implementación de las polí­ticas que apruebe la mayorí­a.

Siendo, como es, una profesional de la economí­a con altas credenciales técnicas, uno supondrí­a que la licenciada de Bonilla podrí­a trabajar en cualquier circunstancia porque recuerdo que cuando la eligieron no hablaron de que ella representara determinada tendencia ideológica. Pero dice bien Colom al afirmar que quiere darle la oportunidad de que ella decida para no colocarla en posición que le pueda resultar incómoda al final de cuentas. Obviamente se vienen cambios de fondo en la polí­tica económica del paí­s por la influencia socialdemócrata, pero ello será resultado de una decisión libre y soberana del elector.