Recortes en el presupuesto de Sanidad, nuevos copagos a los medicamentos, reducción de personal en los hospitales, privatización de servicios sanitarios… No, esta vez no hablamos de España, sino de Grecia, donde los efectos de la austeridad económica están pasando una dura factura a la salud de sus ciudadanos.
Madrid / GOOGLE NOTICIAS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha admitido su preocupación, pero muchos expertos señalaban que sería necesario más tiempo para valorar la verdadera cara de la crisis en la población. Un estudio conjunto de las universidades de Tesalónica (Grecia) y Nuevo México (en EE. UU.), publicado en la revista ‘American Journal of Public Health’, señala que esos efectos ya se notan; y sus conclusiones son demoledoras.
Un aumento de los suicidios y los homicidios superior al 20% entre 2007 y 2009, consumo de heroína disparado, un crecimiento del 57% de los nuevos diagnósticos de VIH, un 14% de aumento en las tasas de ocupación de los hospitales (donde los pacientes pasan un 15% menos de tiempo con un gasto un 33,6% inferior)…
Un panorama desolador en el que Alexis Benos y sus colegas hablan de una población en la que aumenta la mortalidad por ciertas causas, donde crece el abuso de sustancias y preocupa la incidencia de ciertas enfermedades infecciosas. Y un recado «a los ciudadanos Portugal, España, Italia e Irlanda, donde las autoridades están llevando a cabo medidas de austeridad similares».
Los especialistas en salud pública son muy críticos con los mensajes de austeridad que llegan desde Bruselas hasta el sur de Europa y cuyas consecuencias en la salud ya se están empezando a notar. «Sabíamos que las políticas de austeridad iban a afectar negativamente a los servicios de salud, pero esto es mucho peor de lo que esperábamos», admite Elias Kondilis, otro de los firmantes de este análisis.
Desde EE. UU., Howard Waitzkin, especialista en Sociología y Medicina, apunta que la receta debería ser precisamente la contraria: «aumentar el gasto público para estimular la economía y proteger la salud de los ciudadanos». De hecho, citan como ejemplo lo ocurrido en algunos países latinoamericanos (como Argentina, Venezuela, Ecuador o Uruguay), «que han resistido las presiones internacionales para que recorten la inversión pública en sanidad». A su juicio, la mejoría en los indicadores económicos y de salud que han experimentado estos países demuestra que «los beneficios de la austeridad no están científicamente demostrados».