La asociación de Estados Unidos con las Américas y la Cumbre de las Américas


Secretario de Estado Adjunto de Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental

Vivimos en un hemisferio que se caracteriza por el cambio dinámico y positivo. La democracia, los mercados libres y la integración económica han desatado poderosas fuerzas populares. Los gobiernos elegidos de las Américas trabajan para traducir estas fuerzas en beneficios palpables para los pueblos de las Américas -beneficios como la ampliación de oportunidades económicas y reducción de la pobreza; conexión de las infraestructuras nacionales, integración de las redes de electricidad y los mercados energéticos y la colaboración en fuentes alternativas de energí­a. Este relato de cambio positivo tiene un tema subyacente: el diálogo y compromiso entre los paí­ses, y el amplio reconocimiento de que debemos abordar nuestras diferencias pero apreciar también los temas comunes que nos unen. De modo que no es una coincidencia que los éxitos ejemplares de nuestra región sean cada vez más productos de la cooperación, la colaboración y un multilateralismo dinámico.

Thomas Shanon

Un gran ejemplo de este diálogo sustantivo tiene lugar esta semana en Tobago, cuando empiezan las negociaciones para la Quinta Cumbre de las Américas que tendrá lugar a principios de 2009 en Trinidad y Tobago. La campaña presidencial que actualmente se realiza en Estados Unidos nos recuerda que habrá un nuevo presidente de Estados Unidos que tomará parte en esta Cumbre. Sin embargo, con este fondo dinámico, las discusiones de preparación para la Cumbre de 2009 subrayan la continuidad de la polí­tica de Estados Unidos en las Américas, así­ como nuestro compromiso de participar de manera bipartita en el diálogo de la Cumbre y en las importantes asociaciones que esta colaboración estimula.

Al considerar la Quinta Cumbre, debemos desarrollar juntos, metas concretas y mensurables y demostrar a los pueblos de nuestros paí­ses el modo en que el proceso de la Cumbre afecta positivamente sus vidas. Trinidad y Tobago han mostrado el liderazgo en este respecto.

Estas Cumbres han ayudado a consolidar el compromiso de la región con la democracia. En la Tercera Cumbre, en Quebec en 2001, los 34 lí­deres elegidos de la región dispusieron la Carta Democrática Interamericana, que establece que «los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla».

Para promover la prosperidad, el presidente Bush convocó en la Cuarta Cumbre de 2005 la realización del primer Foro de Competitividad de las Américas que posteriormente se realizó en Atlanta del 10 al 13 de junio de 2007 y tuvo un enfoque en el desarrollo de la pequeña empresa, la administración de la cadena de suministros, la educación y capacitación y la innovación. El presidente anunció también el Programa de Desarrollo de Infraestructura de América Latina y el Caribe, una asociación con la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial para catalizar la inversión privada en infraestructura en América Latina, lo que podrí­a tener un impacto de 800 a 1.000 millones de dólares en nuevas inversiones. En Nuevo León, en 2004, los lí­deres se comprometieron a crear las condiciones para reducir a la mitad el costo promedio de las transferencias de remesas. Según indica el BID, el costo de transacción para enviar remesas se redujo del 15 por ciento previo al año 2000 al 5,6 por ciento en 2006.

El Proceso de la Cumbre ha ayudado también a que la región invierta en su recurso más grande: su población. Sobre las bases de un compromiso de la Cumbre de 2001, Estados Unidos financia tres Centros regionales de Excelencia para Capacitación de Maestros en América Central, el Caribe y la región andina. Para 2007, más de 18.300 maestros habí­an recibido capacitación, lo cual benefició aproximadamente a 600.000 estudiantes de la región. Con el apoyo de Estados Unidos, para noviembre de 2005, casi 640.000 individuos que padecen de VIH/SIDA en la región recibieron terapia antirretroviral, con lo que se superó una meta de la Cumbre Especial de 2004.

Finalmente, la Conferencia Especial sobre Seguridad ordenada por la Cumbre y realizada en México D. F. (2003) produjo la Declaración sobre Seguridad en las Américas, la cual crea un enfoque hemisférico para atender desafí­os regionales tales como terrorismo, drogas, desastres naturales y trata de personas.

Estados Unidos sigue comprometido de manera bipartita con nuestra asociación con las Américas y al proceso de la Cumbre de las Américas. Las Cumbres han ayudado a sentar las bases de los pilares de la polí­tica de Estados Unidos hacia la región: consolidar la democracia, promover la prosperidad, invertir en la gente para avanzar la justicia social, y asegurar el estado democrático; hemos desarrollado programas concretos en todas estas áreas. Estados Unidos espera con interés basarse en estos compromisos con nuestros socios hemisféricos a medida que comenzamos las negociaciones para la Quinta Cumbre de las Américas