China tiene ya todo listo para que una antorcha olímpica -la de los Juegos de Pekín- suba por primera vez al techo del mundo, ese Monte Everest que el régimen chino ha convertido en motivo de propaganda de la unidad del país dos meses después de los disturbios en Tíbet.
El equipo de la antorcha «alpinista» sólo espera la luz verde de los meteorólogos para iniciar la ascensión final a la cima, a 8.848 metros, la más alta de toda esa cadena del Himalaya que se extiende entre Tíbet y Nepal.
Esa llama que escalará el Everest es diferente de la que recorrió el viernes Hong Kong. Dada la altitud de la cima que hace imposible una combustión natural, se mantendrá encendida gracias a una mezcla de gases y una aportación interna de oxígeno.
Mayo es el mes más favorable para la escalada, pues según las condiciones meteorológicas es cuando habrá más días de buen tiempo consecutivos.
Un responsable del recorrido de la antorcha declaró a la prensa china que todo está ya listo para que la ascensión pueda intentarse antes del lunes, si el tiempo sigue siendo bueno y amaina el viento.
«Naturalmente que hay dificultades, pero confiamos en que lo lograremos», declaró a la televisión china el miércoles desde el Campo II, a 6.500 metros de altitud, A. Wang, un tibetano miembro de la expedición que ya escaló el Everest otras seis veces.
Para evitar toda manifestación de militantes pro tibetanos tras los disturbios de marzo en Lhasa, China ha desplegado numerosas fuerzas de seguridad y ha prohibido cualquier otra expedición, también desde el vecino Nepal, donde se cerró el lado sur.
El lunes, un alpinista estadounidense fue expulsado de Nepal por haber intentado subir al Everest con una pancarta en favor del Tíbet en su mochila.
China ha convertido la ascensión a la cima en una oportunidad publicitaria para celebrar la amistad entre los tibetanos y los han, la etnia mayoritaria en China.
Así, la prensa del régimen destaca «una de las principales características de la expedición»: que el equipo de 31 alpinistas está compuesto por han y por tibetanos.
Para algunos, la escalada de la llama olímpica es una señal de la nueva potencia de China.
«Los chinos se abrieron a la dinámica de desarrollo del siglo XXI. Quieren todo lo más grande, lo más bonito, lo más fuerte. Buscan lo superlativo por lo que evidentemente la llama olímpica debe pasar por el Everest, la cima del planeta», señaló el alpinista francés Serge Koenig, que lo ha escalado una vez.
Otras voces se alzan contra lo que tachan de «farsa», como declaró el alpinista italiano Reinhold Messner, el primero en haber llegado a la cima del Everest sin oxígeno en 1978.
«Es una farsa de los chinos. ¿Por qué deben mostrar la llama olímpica ahí arriba? De todas formas, sólo podrá brillar con trucos, porque falta el oxígeno y hay viento», denunció Messner a través de la prensa alemana.