La amoralidad: Fundamento de nuestra tragedia


Martin-Banus

“Ethos” es un vocablo griego, que por Aristóteles sabemos que se interpreta como «costumbre» o “hábito”. De este “ethos” se desprende la «conducta” del individuo, es decir, la capacidad o predisposición para hacer el bien. Es lo que podríamos llamar la ética del comportamiento. Los romanos a la misma idea la llamarían “moralis”, ante la incapacidad de diferenciar entre “costumbre” y “capacidad para hacer el bien”. Para los griegos era lo mismo porque una cosa era intrínseca a la otra. Para los griegos la “costumbre” era, no sólo no hacer daño, sino buscar “hacer el bien”. ¡Qué bella cultura!

Martín Banús M.
marbanlahora@gmail.com


Debemos pues entender el “ethos”, según los atenienses, como el hábito o costumbre que debe adquirir el hombre, para modelar su carácter y comportamiento, para finalmente coadyuvar  a una constructiva convivencia social.

Eso es lo que se supone que en Guatemala debían hacer los maestros en la escuela y los padres en el hogar, con las futuras generaciones. A juzgar por la escasa estatura  ética de gobernantes y gobernados, esa labor no sólo se ignoró sino también se invirtió. Sí; hemos llegado al punto en que aquella formación  que supuestamente  tenía como fin último ser útil a la sociedad y al país, se ha convertido en todo lo contrario: El ciudadano promedio ha adquirido una formación que resulta inconveniente y hasta criminal en la sociedad a la que pertenece: No tributa, orina en la calle, roba cuando puede, la mentira es su recurso, incumple familiarmente, es bebedor, lee y escribe pero es ignorante de su propia historia, etc., etc., etc.

Las consecuencias del descubrimiento de América, son tantas y tan grandes que a veces cuesta verlas. Fue el choque de dos “ethos” distintos, cada uno de ellos ya bastante degenerado y muy materializado. No olvidemos que las culturas precolombinas estaban ya enfrentadas entre ellas y que los españoles encontraron ciudades amuralladas y clases guerreras entre los indígenas. Posteriormente, los españoles nacidos en estas tierras, los criollos, quisieron crear sus propios “reinos” y toda una clase “señorial” y nobiliaria. En lugar de formar una nación poderosa y desarrollada sufrieron la miopía que viene con la codicia. Con ello, que quedó completamente definido nuestro triste y amoral destino tercermundista. Todo lo demás fue cuestión de tiempo.

Los problemas y los latifundios, se agrandaron en número y tamaño, mientras los intereses mezquinos de varios presidentes y juntas de gobierno, permitieron que el país se fuera desmembrando por pocos, hasta quedar hoy en la cuarta parte de lo que originalmente fue el reino de Guatemala, que incluía la mayor parte de Chiapas y Yucatán, además de Belice, sin incluir a las otras cuatro provincias centroamericanas. Seguramente, tampoco había mucho “ethos” en ese entonces.

Esa es nuestra historia, misma que se prolonga hasta nuestros días. Algo como lo de Taiwán con Alfonso Portillo, pero por ese entonces, no era “reconocimiento” lo que se entregaba, sino las tierras del país.

En fin, no es difícil comprender la razón por la que estamos como estamos. Irónicamente solemos señalar solamente a los gobiernos, pero se nos pasa por alto que fueron electos por nosotros mismos. Olvidamos además, que quienes han estado y están en el gobierno, del pueblo salieron y por el pueblo, repito, fueron electos.

Volvamos al “ethos”. Nos falta ética, moral, dirían los romanos. Somos –la historia lo demuestra–, un pueblo amoral y pendejo, que merece todo lo que le pasa y bien ganado tiene su sufrimiento, porque también somos impasibles ante la catástrofe.

Hablando sin pelos en la lengua, la situación del país está tan mal, que es prácticamente imposible que se revierta, sin la intervención de un “dictador”. Somos, como dice el refrán, “llevados por mal” por lo que la democracia en el guatemalteco es algo así como perlas en los cerdos.

Vayamos pensando en la dictadura, compatriotas, es inevitable para pueblos amorales, olvidadizos, ignorantes y estúpidamente cachurecos como el nuestro.

Ya verán, anótenlo si quieren, cómo el “mentirosote” que “prometió” llevar a la “selección nacional de futbol” al mundial, ganará las próximas elecciones.
¡De tal pueblo, tal Presidente, eso sí, “democráticamente” elegido!