Conforme nos vamos acercando a las elecciones los grupos políticos empiezan a movilizarse en busca de alianzas que se ofrecen como novedades dentro del espectro pero que, en el fondo, no son más que la suma de ambiciones ciegas que no tienen la menor idea de lo que significa el ejercicio del poder y la dimensión de la crisis del Estado guatemalteco. Estamos emprendiendo una campaña en la que nos volverán a querer engatusar de la misma manera en que se nos atrae a un producto comercial, dejando por un lado los temas de fondo y especialmente el que tiene que ver con lo que realmente se puede hacer si seguimos con la misma estructura y los grandes cambios que harán falta para iniciar una reforma seria como la que nuestro país demanda.
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Es triste decirlo, pero los dirigentes políticos en nuestro país no tienen más denominador común que la ambición y por ello nunca hablan de los temas de fondo y se mantienen en puras generalidades. Dios libre al candidato que decida hablar de la necesidad de incrementar los recursos del Estado para hacerlo más funcional y eficiente, especialmente si ello tiene que ir acompañado de un compromiso absoluto de transparencia.
El colmo es que algunos dicen que se unen para buscar líderes que estén desencantados de los políticos tradicionales y así nutrir un nuevo movimiento, pero no dicen para qué. Porque si lo dijeran tendrían que ser sinceros y decir que es un nuevo movimiento que persigue únicamente satisfacer las ambiciones personales porque no tienen ni la más mínima idea de lo que tienen que hacer si llegan al poder. Es la eterna historia de nuestros partidos políticos y si no veamos el ejemplo más reciente, el de la UNE, que justamente se conformó con esa misma mentalidad, de reclutar líderes en el interior del país, pero sin un proyecto de nación que permitiera emprender la transformación de Guatemala.
La suma de siglas de partidos políticos lo que ofrece es una mejor sopa de letras, pero no quiere decir que se presente un proyecto político novedoso por su realismo y su entendimiento de la realidad nacional. Tras ver cómo un candidato que pasó tres elecciones buscando el cargo de Presidente llega sin la más mínima idea de lo que debía hacer en temas tan concretos como el de seguridad, es justo que ahora los ciudadanos seamos más exigentes y pidamos a los políticos que se pongan las pilas para hablar con profundidad de los temas. Que nos expliquen no sólo qué piensan hacer, sino lo más importante es que nos digan cómo lo piensan hacer y con qué recursos o instrumentos.
Reclutar líderes del país es un remedo de lo que quiso hacer Jorge Carpio con su proyecto de mercadeo político al que llamó UCN que es una de las mejores expresiones de esa ambición de poder sin noción del Estado. Y hoy lo vuelven a repetir como panacea quienes ratifican que es la ambición el común denominador porque no pueden ni siquiera esbozar la idea de lo que van a encontrar cuando lleguen al poder. Al fin y al cabo, todos han llegado sin saber ni jota y otro más que lo haga no será del otro mundo, aunque uno tiene que saber que si el país está a la deriva y andamos realmente mal es porque no hemos tenido el nivel de liderazgo y conducción competente que sepa buscar los grandes acuerdos nacionales para fortalecer al Estado al punto de que sea eficiente en el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales.