Antes de la llegada de los europeos en el siglo XVI, la Amazonía no era un gran territorio virgen poblado por algunos indígenas primitivos, sino que albergaba sociedades complejas y bien organizadas en «ciudades» comparables a las de la Grecia antigua, según investigadores estadounidenses y brasileños.
«En los siglos XVI y XVII los conquistadores no encontraron a unos pocos indígenas aislados que vivían sólo de la caza, sino poblaciones importantes ya sedentarias, que cosechaban alimentos y tenían sistemas sofisticados de represas. Eso destruye el mito de una Amazonía primitiva completamente virgen», declaró Bruna Franchetto, del Museo Nacional de Río de Janeiro.
Esta lingí¼ista brasileña colaboró con dos antropólogos- el estadounidense Michael Heckenberger de la Universidad de Florida y el brasileño Carlos Fausto, del Museo Nacional de Río- en excavaciones arqueológicas en el centro de Brasil que mostraron que entre los años 1.200 y 1.600 d.C. hubo civilizaciones «urbanas» implantadas en la región del Alto Xingú.
Las conclusiones de estas investigaciones fueron publicadas recientemente en la revista estadounidense Science.
«Hablar de urbanismo en la Amazonía tiene una connotación provocadora», reconoce Franchetto, pero según ella las poblaciones no estaban «dispersas y perdidas en la selva, sino bien planificadas y conectadas entre sí por una red de rutas».
«Entre 50.000 y 100.000 personas vivían en la región del Alto Xingú, que tiene una superfície de 30.000 Km2», precisa.
Las investigaciones en los sitios arqueológicos donde hoy habitan los indios Kuikuro comenzaron en los años 90 y ya fueron objeto de un primer artículo en 2003 en Science.
Los científicos elaboraron un mapa de las ciudades precolombinas del Alto Xingú, hoy cubiertas de vegetación, a partir de vestigios arqueológicos, imágenes de satélite y tecnología GPS. Los investigadores también recibieron la ayuda fundamental de los Kuikuros para identificar sus sitios ancestrales.
La ocupación de la tierra era sistemática y se hacía según los principios astronómicos, ecológicos y culturales. Los indios aprovechaban, por ejemplo, los períodos de solsticios para construir sus carreteras.
Las ciudades, donde vivían hasta 2.500 indígenas, eran independientes políticamente, pero vinculadas geográficamente y socialmente, principalmente por ceremonias religiosas.
Estas urbes estaban protegidas por muros de madera de más de 2 km de largo, y los indígenas vivían en grandes cabañas colectivas de paja.
Actualmente, las poblaciones Kuikuro guardan ese modelo, pero los indígenas son menos numerosos.
La producción se centraba en la cultura de la mandioca, con otros cultivos anexos, como el pequí, un fruto brasileño. «Los indígenas del Xingu conocen todavía hoy más de 20 variedades de mandioca», destacó la investigadora.
Alrededor de las ciudades, los investigadores encontraron vestigios de represas usadas para retener peces y tortugas.
Los investigadores esperan que los resultados de su estudio podrán contribuir a la elaboración de un modelo de desarrollo menos devastador para la Amazonía. «El modelo ideal no es seguramente la monocultura de la soja», destacó Carlos Fausto.
De los 190 millones de habitantes de Brasil, subsisten alrededor de medio millón de indígenas en reservas, según la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), que calcula en un millón los indígenas hoy en el país.