Los campos pagados de la semana anterior sobre supuestos planes para desestabilizar al Gobierno, de los cuales el señor Espada dice que él no ha visto ninguna prueba, dan a entender que existe una especie de alianza entre el crimen organizado y sectores vinculados con los medios de comunicación, al empresariado y a ciertas fuerzas políticas, con la intención de generar ingobernabilidad en contra del Gobierno que, en opinión de ellos mismos, está modificando la historia del país con sus acciones.
ocmarroq@lahora.com.gt
Es evidente que resulta abrumadora la crítica contra el Gobierno y que la misma ha provocado niveles de desesperación que llevaron al Presidente y a su partido político a plantear la existencia de una gran confabulación. No puede entender, ni por asomo, que sea tan generalizada la crítica porque, a su juicio, ellos todo lo hacen bien y de esa cuenta la única razón para que desde las más variadas perspectivas se les cuestione tan severamente es porque hay confabulación. Y para darle contundencia a su acusación, meten en el costal al crimen organizado, pasando por alto que fueron ellos, precisamente, los que en su momento hicieron arreglos con esas fuerzas tenebrosas para pactar la conformación de las Cortes de Justicia y para negociar la postulación de los candidatos a Fiscal General de la República. Públicamente se admitió que las caras más conocidas de los poderes paralelos sostuvieron negociaciones con la misma cuñada del Presidente y con el diputado que en su momento trató de impedir que se estableciera la CICIG en Guatemala. Entonces, uno se pregunta con qué boca pueden ellos hablar de arreglos entre los críticos del Gobierno y el crimen organizado, cuando éste ha trabajado estrechamente con ellos para asegurar que instituciones como los tribunales y el Ministerio Público sigan siendo el parapeto de la impunidad. El crimen organizado siempre trata de tener influencia en los gobiernos de turno, pero en algunas ocasiones ello se les facilita por la ingenua actitud de algunos operadores políticos que se creen tan hábiles, tan astutos, que se llegan a convencer que son ellos los que están manipulando a esas fuerzas oscuras. La soberbia de muchos de los operadores políticos y de quienes creen tener la sartén por el mango les juega una mala pasada, puesto que absolutamente seguros de que ellos son los titiriteros que están moviendo sus piezas para garantizarse un supuesto triunfo electoral el año entrante, pactan con quienes tienen en realidad una enorme costumbre del poder y saben explotar esas vanidades y soberbias de quienes se encandilan con la posición que ocupan. Si algo ha tenido siempre el poder oculto en Guatemala es la habilidad de cuadricular a los poderes formales y una vez definidas sus fortalezas y debilidades, anulan las primeras y explotan las segundas. Eso ha sido así a lo largo de la historia nuestra y por tal razón los políticos que llegan al poder cargados de ilusiones y proyectos, terminan corrompiéndose para caer todos en el mismo guacal, justamente porque todos creen que están usando y manipulando a los otros sin darse cuenta que ellos son el real objeto de la manipulación. Ahora viene la elección del Contralor de Cuentas, pieza clave para mantener el latrocinio y, por lo tanto, veremos nuevamente cómo las mismas fuerzas se mueven y pactan para lograr los resultados ya conocidos. Es la triste historia de un país en donde los políticos creen que tienen la sartén por el mango, sin darse cuenta cómo a fuego lento los van cocinando los que de verdad saben cómo se mueve el poder.