Como es del dominio público, Libia un país situado en el norte de ífrica es objeto actualmente de una de las más condenables agresiones por parte de la OTAN, para apoderarse de sus riquezas, especialmente el petróleo, sus mantos acuíferos y sus enormes reservas monetarias.
La OTAN encabezada por Estados Unidos ha tratado de justificar sus constantes bombardeos basándose en una Resolución de las Naciones Unidas que ordenó el establecimiento de una zona de exclusión aérea.
Después de más de 3 meses de ataques con el saldo de numerosos civiles muertos, entre ellos mujeres y niños, es evidente que esa resolución ha sido groseramente violada, pues la presunta o real vulneración de los derechos humanos en un país no confiere legitimidad a la agresión, como ha dicho la Corte Internacional de Justicia.
El periodista Alejandro Teitelbaum hizo un análisis para la Agencia Argentina de Prensa, ARGENPRESS, en el cual señala que el desprecio de la condición humana del otro, propio de las acciones militares de la OTAN, no es una novedad dentro del capitalismo desarrollado occidental, pues constituye una característica permanente del mismo desde sus albores.
El documento revela que junto a los bombardeos contra Libia, se ha establecido la participación en el terreno de fuerzas especiales de mercenarios británicos de empresas privadas, tal como lo denunció el periódico londinense The Guardian en su edición del 31 de mayo.
Durante las acciones contra Libia se han estado cometiendo crímenes de guerra sancionados por el derecho internacional humanitario. Los ataques a la población civil en sus viviendas no son errores, ni tampoco la utilización de armas prohibidas.
ARGENPRESS señala que la destrucción de infraestructuras civiles y los bombardeos reiterados, constituyen crímenes de guerra, de conformidad con lo estipulado en los Convenios de Ginebra.
El autor recuerda que el Tratado de la Alianza del Atlántico Norte, más tarde Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), fue celebrado en 1949 con fines puramente defensivos y de ayuda mutua en el caso de un ataque contra alguno de los Estados Miembros. Posteriormente extendió su radio de acción que pasó de teóricamente defensiva a claramente ofensiva y más allá de los territorios de sus Miembros. La ampliación constituyó en primer lugar un negocio para los fabricantes de armas, pues los nuevos Estados, los países del Este de Europa, tuvieron que adaptarse a los “standards†militares de la organización y modernizar su armamento, comprándolo en Estados Unidos o en alguno de los Estados de Europa Occidental. Ahora la OTAN pisotea el derecho a la vida y se burla del derecho internacional.