La agoní­a demócrata continúa


El candidato demócrata Barack Obama, dirige una reunión en Evansville, luego de la dura derrota ante su rival la noche de ayer.

El triunfo de la ex primera dama Hillary Clinton en Pensilvania contra su rival Barack Obama, no hace más que añadir más incertidumbre a la agónica investidura demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre, opinaron los analistas.


La carrera entre Clinton y Obama se corre ahora en Indiana y Carolina del Norte, que celebran primarias el 6 de mayo.

Carolina del Norte parece inclinarse por Obama, según sondeos. Pero Indiana es otro Estado industrial en decadencia al igual que Pensilvania y Ohio, donde Clinton resultó vencedora.

Mientras tanto, el republicano John McCain lleva una amplia ventaja haciendo campaña electoral consagrada a temas de seguridad nacional y la «guerra contra el terrorismo».

Frank Donatelli, vicepresidente del Comité Nacional Republicano, dijo a la cadena de televisión NBC que la contienda demócrata era «divertida para mirar», mientras que su partido se preparaba para noviembre.

Los simpatizantes de Clinton renovaron ayer las esperanzas de la ex primera dama de convertirse en la primera presidenta mujer de Estados Unidos. Con 95% de los votos escrutados, Clinton superaba por 55% contra 45% a Obama, pero su victoria en Pensilvania está lejos de garantizarle su lugar en la Casa Blanca.

La mayorí­a de los analistas consideró que Clinton debí­a vencer por una amplia diferencia, de dos dí­gitos, en este estado para seguir con posibilidades en la carrera hacia la Casa Blanca.

Si todo dependiera del dinero, Barack Obama ganarí­a cómodamente el largo combate que lo enfrenta a su rival.

El senador por Illinois, quien recaudó 234,8 millones de dólares desde el lanzamiento de su campaña, disponí­a al 1 de abril, según datos de la Comisión Electoral Federal (FEC), de alrededor de 43 millones de dólares para financiar su campaña de primarias.

Clinton, quien recaudó 175,7 millones de dólares desde el comienzo de la campaña, está en números rojos. Sus deudas se elevan a 10,3 millones de dólares y al 1 de abril disponí­a sólo de unos 9,5 millones de dólares.

«Está en problemas y sus contribuyentes han desparecido. Los comentarios crecen en cuanto a la falta de dinero de Clinton y que los superdelegados se inclinarán por Obama,» comentó Richard Johnston, director de investigación de la Universidad de Pensilvania.

Clinton y Obama deberán ahora recurrir a los superdelegados del Partido Demócrata, toda vez que ninguno de los dos candidatos podrá alcanzar los 2.025 delegados necesarios para ganar la nominación en la etapa de primarias y ser proclamado durante la convención del partido a fines de agosto.

Obama supera a Clinton con 1.713 delegados del total, contra 1.586 para la ex primera dama, según la estimación del sitio especializado independiente RealClearPolitics.com.

Antes de la convención del partido en agosto, las últimas primarias demócratas se realizarán en Montana y Dakota del sur el 3 de junio.

A nivel nacional, los últimos sondeos son más que inquietantes para la senadora por Nueva York.

Un 54% de los electores demócratas prefiere a Obama, mientras que un 35% se inclina por Clinton, según un sondeo de Princeton Survey Research Associates International, realizado para el semanario Newsweek entre 1.209 personas.

En medio de esta batalla encarnizada entre los demócratas que parece no tener fin, muchos demócratas se inquietan de que la campaña electoral de su partido se prolongue hasta agosto, poco antes de las presidenciales de noviembre y esperan que alguno de los candidatos renuncie antes.

Pero eso tampoco parece fácil.

«Renunciar es algo que no parece propio de la familia Clinton», dijo Peter Brown de la Universidad Quinnipiac en Connecticut.

Algunos analistas, creen que llegado el momento, ninguno de los candidatos podrá obviar la presión de su partido.

«En algún punto, habrá mucha presión de la alta esfera del partido que dirá «esto es demasiado perjudicial para nuestras posibilidades de noviembre»», dijo Stephen Hess, ex funcionario de la Casa Blanca, y ahora analista de la Brookings Institution de Washington.