La agoní­a del nuevo orden mundial


La situación en Gaza es un claro mensaje para el futuro presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien a solamente catorce dí­as para su investidura, tiene ya en la puerta un problema de gran envergadura. Es necesario olvidarse de las «razones» que emite el gobierno israelí­. Es necesario olvidarse de lo que dicen los periódicos y la televisión. Baste al contrario hacer un recorrido en contrario al tiempo y «recordar» cómo el proceso de imposición del modelo económico británico se iniciara con el abandono del Tratado de Bretton Woods, por parte del presidente Nixon, y la apertura «legal» para que, al abandonar el patrón oro, diera rienda suelta a la «maquinita» del dólar. Abierta la oportunidad para que se empleara el sistema de moneda «flotante», para que la especulación y la polí­tica de chantaje en el tipo de cambio, el proceso de saqueo de las riquezas de los paí­ses del tercer mundo.

Carlos E. Wer

Bastará recordar cómo el presidente Reagan y su vicepresidente George W. Bush padre (el creador del gobierno paralelo) y el manejo geopolí­tico de la droga, anunciaran, en 1982, ante el Parlamento Británico (¿porqué allí­?), el nacimiento del Nuevo Orden Mundial. De allí­ para acá, la globalización y las polí­ticas económicas neoliberales fueron impuestas a la fuerza. El desmantelamiento del Estado y la privatización de sus activos, fueron el medio para ir permitiendo que las oligarquí­as criollas y las extranjeras se fueran adueñando de aquellos servicios estratégicos que por naturaleza no deberí­an ser «negocios».

La excesiva y enfermiza pasión por la obtención de bienes materiales por parte de la gran oligarquí­a señalada por la Biblia, como «la raí­z de todos los males», llevó a excesos que poní­an a la economí­a mundial en una situación de «guerra avisada». La especulación financiera fue llevada a extremos increí­bles. La «maquinita» era exigida a trabajar «horas extras» y la burbuja creada fue adquiriendo dimensiones insospechadas. «Tanto va el cántaro al agua, que al fin se rompe» reza el dicho popular. Y la burbuja explotó y las medidas keynesianas del muro de dinero no fueron suficientes para detener la caí­da libre en que habí­a entrado la economí­a estadounidense. Y toda la estructura que habí­a sido construida para sostener el andamiaje del imperio anglófilo, se empezó a desquebrajar. Los salvatajes del retrasado mental que habí­an escogido para llevar a cabo el proyecto no han sido suficientes, porque están dirigidos en dirección contraria a la sensatez.

Las torpezas de este personaje que conforma la «familia siniestra», llevaron al Partido Republicano a enfrentarse a una segura derrota en las elecciones que se avecinaban, mientras los demócratas contaban entre sus filas a un as, que por la experiencia adquirida por ella y su esposo en la Presidencia, amenazaban con tomar ciertas medidas que perjudicarí­an a los grandes intereses económicos. Era necesario detener su carrera e impedir el que llegara a la primera magistratura. El poderoso caballero, en manos de quienes utilizan la experiencia devenida del imperio, decidió poner toda la carne al asador. Los cientos de millones empezaron a fluir a la carpa electoral del joven senador negro, a quienes ya la prensa británica habí­a denunciado su pasado ligado a la mafia. La señora Clinton no aguantó el paso. Barack Obama resultaba candidato y a la postre ganador de las elecciones presidenciales estadounidenses.

Pero las elecciones no fueron suficientes para devolver al «mercado» su poder, ni a la gente la confianza. La economí­a seguí­a de picada y los mercados no reaccionaban. El mundo entero sufre las consecuencias de las polí­ticas neoliberales y la globalización. La otrora pujante industria estadounidense se desplomaba, millones de empleos, o se han perdido o lo están por perderse.

El pánico cunde entre aquéllos que han manejado el timón económico y que la debacle amenaza con un caos total. Es necesario recurrir al instrumento, que no por conocido deja de ser eficaz: la guerra. Y el plan que les llevara a invadir Afganistán y posteriormente Irak no ha funcionado totalmente; al contrario la situación es cada ves más difí­cil y las ratas empiezan a abandonar el barco.

Lí­bano es una opción ya probada por los israelí­es, que no salieron de allí­ limpios. Siria sigue siendo una posibilidad siempre abierta para encontrar pretexto. Lo mismo Irán, con la ya manida excusa de sus armas atómicas. Pero ninguna de las opciones hasta ahora tomadas, ha logrado detener el colapso económico. El tiempo pasa, el cambio de estafeta polí­tica está a la vuelta de la esquina. Exploran Pakistán e India. El M-16 no descansa en su desesperada tarea de encontrar el punto adecuado para utilizarlo, como ayer utilizaron Pearl Harbor y las Torres Gemelas.

Israel entra al ruedo como emergente. El pueblo palestino es nuevamente masacrado. El mensaje está enviado y con él el recordatorio de que el nuevo presidente debe pagar sus cuentas.