Gabriel Morales Castellanos
Universidad de San Carlos de Guatemala
» ?No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será también para todo el pueblo: Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor.»
San Lucas 2: 8 ? 10 .
Existe en la iglesia Catedral de Santiago, en la ciudad de la Nueva Guatemala de la Asunción, una serie de pinturas elaboradas por el pintor novohispano Pedro Ramírez a mediados del siglo XVII, conforme lo indica Agustín Estrada Monroy.
Estas pinturas tiene como objetivo la unificación de las ideas femeninas o servir de ejemplo para lo que las mujeres deberían de seguir como buen comportamiento, según nos refiere el colega Fernando Urquizú Gómez, ya que estas obras son una serie que trata sobre la vida de la Santísima Virgen María, la cual es la mejor referencia de modelo de perfección.
El texto que ha inspirado esta temática pictórica de géneros histórico y religioso es el evangelio de San Lucas, específicamente el capítulo dos, versículos del uno al veinte.
Este momento de inicios del cristianismo fue plasmado y recreado en la pintura europea por artistas como Hugo Van Der Goes, Juan de Borgoña, Fray Fernando Redondo, Fernando Yáñez de la Almedina, Paolo de Sancto Leocadio, Pedro Romana, Juan Correa de Vivar, Jacopo Palma «El Viejo», Juan Vicente Masip, Jacopo Tintoretto, Federico Zúccaro.
Además, Peregrin Tibaldi, Jacopo Da Ponte, Dominico Theotocópuli, Juan Pantoja de la Cruz, Francisco Ribalta, Pedro Orrente, Joachim Antonisz Uytewael, Giacomo Cavedone, Antonio del Castillo, Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo, José Saravia, Antón Rafael Mengs.
En relieve esculpieron esta escena, Juan Martínez Montañés, Lorenzo Mercadante de Bretaña y Pedro Millán.
El nacimiento de Jesús como acontecimiento especial de la historia es igualmente abordado por San Mateo en su Evangelio, aunque de manera muy sintética, dándole énfasis a sucesos inmediatamente posteriores como lo son la visita y adoración de los sabios de oriente y la huida a Egipto y el regreso.
El relato de San Lucas en el tema que abordamos, presenta varios momentos, siendo estos: el decreto del emperador Augusto ordenando que los habitantes del imperio se empadronen, San José y la Santísima Virgen María que viajan a la ciudad de David para inscribirse, estando en Belén; a María que estaba encinta le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
Continúa el texto de San Lucas con la descripción, indicando que había en los campos unos pastores que pasaban la noche al raso velando sus rebaños, un ángel del Señor se les apareció y la gloria de í‰l los envolvió con su luz; sintiendo los pastores un gran miedo pero el ángel les dio la buena nueva.
El ángel les indica que encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, luego refiere el texto que al ángel se unió una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: «Â¡ Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor !».
El Evangelio continúa narrando que al marcharse los ángeles; los pastores partieron a Belén a ver lo sucedido y que el señor les ha anunciado, fueron de prisa y encontraron a la Santísima Virgen y a San José y al Niño Jesús recostado en un pesebre, al verlo refirieron lo que el ángel les contara del niño y quienes les oían se quedaban admirados.
El relato refiere que María Santísima guardaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón, los pastores por su cuenta regresaron glorificando y alabando a Dios porque todo lo que habían visto y oído correspondía a cuanto les habían dicho.
El texto del Evangelio de San Lucas en el Nuevo Testamento, inspiró en las artes plásticas la temática de los primeros momentos del surgimiento del cristianismo.
Esta obra de Pedro Ramírez, que se exhibe en la Iglesia Catedral Metropolitana, está titulada como el Nacimiento de Jesús, siendo lo correcto la adoración de los pastores, ya que la misma presenta a la Santísma Virgen María y a San José hincados adorando al Niño Jesús, igualmente a un pastor, atrás de ellos los acompañan de pie cuatro pastores más, el Divino Infantes está desnudo envuelto en pañales, acostado sobre espigas de paja en un pesebre, tal como lo dice el evangelio, y él está plenamente iluminado.
Entre los pastores encontramos a mujeres, un pastor varón colocado a la izquierda lleva sus manos hacia su pecho, como si llevara un presente sobre sus hombros el cual no logramos identificar, y otro pastor varón porta un jarro, factiblemente con leche.
Los obsequios reconocidos son una canasta de huevos y un cordero atado de sus patas, que están al frente de la escena, este instante sucede en la noche con un cielo estrellado y en la parte superior del cuadro, se presenta un rompimiento de gloria que ilumina al Niño Jesús, a sus padres y al pastor arrodillado.
La escena recrea el momento especial de la adoración de los pastores, que llegaron al lugar del nacimiento, luego de ser avisados por el ángel del Señor, uniendo a este instante la adoración de los santos padres del Niño.
Conforme lo indica el estudioso de la iconografía del arte colonial, Héctor H. Schenone, este momento sucede en una noche del solsticio de invierno, a la vez que la mayoría de los estudiosos de este pasaje de la Biblia, consideran que este ángel es San Gabriel.
El mismo autor citado supra, refiere que este hecho apareció en el arte hacia el siglo XV, y que en muchas obras es un tema de fondo, de igual manera explica que en el evangelio de San Lucas, el término «pastores» está relacionado con el género masculino, sin embargo se han pintado pastoras, tal es el caso de la pintura objeto de nuestro estudio.
En este punto el mismo Schenone explica que ellas se unieron a los pastores, cuando estos difundieron la noticia, «ya que por razones de seguridad y morales no era correcto que las mujeres cuidaran con los varones el ganado», y, ellas aparecen en las pinturas que abordan esta temática del Nacimiento de Cristo por la influencia de los grabados, principalmente los de Rubens.
San Lucas no menciona la cantidad de pastores que llegan a adorar al Niño Jesús, tampoco que le llevaran regalos. Sin embargo, el mismo estudioso citado anteriormente nos explica que en la edad media se fijó en tres el número de los pastores, a efecto de tener una simetría con los reyes magos en el pasaje de la epifanía, en el aparecimiento de Dios hombre niño a los gentiles.
En la pintura de Pedro Ramírez, no se da esa norma del número de tres pastores, aquí hay cinco.
Los obsequios que le regalan a Jesús también conllevan en si una carga simbólica, el cordero con sus patas atadas es una premonición del futuro sacrificio de Cristo y la canasta con huevos es alusión a su resurrección.
Elisa Vargas Lugo y José Guadalupe Victoria; profesionales de la historia del arte colonial novohispano, en el estudio que efectuaron sobre la vida y obra de Juan Correa, indican que este tema se popularizó en el mundo occidental a partir del siglo XVI, y su auge creció luego del Concilio de Trento, y la base sobre la que se fundamentó fue la epifanía.
Ellos también hacen ver que los obsequios que recibe el Niño, son creación popular y que estos varían en muchas pinturas. Aparte de los ya indicados un regalo puede ser una liebre, la cual es considerada como un animal indefenso, que significa la confianza del alma humana en el Salvador, otro es una canasta con panes que alude a un simbolismo eucarístico.
Debemos recordar que en la veneración de los reyes magos, Jesús se está mostrando a los gentiles, y en la adoración de los pastores, él se manifiesta ante el pueblo judio.
Es importante señalar que las ofrendas que llevan los pastores al Niño Jesús, en comparación de los obsequios de los magos de oriente, son pobres.
Pedro Francisco García Gutiérrez y Agustín Francisco Martínez Carbajo, refieren que otros presentes al Niño Dios, conforme pinturas estudiadas pueden ser un caramillo o flauta pastoril, aludiendo que Jesús es el nuevo Orfeo; «el cual con su música ?palabra- hará que todo el mundo lo siga», así también se le presenta un cayado que simboliza que Cristo es el buen pastor, y que da la vida por sus ovejas que son los hombres.
Otras ofrendas pueden ser quesos y ropa, así mismo jarros con leche y aves.
Algunas pinturas han incorporado a esta escena la presencia del buey y la mula, los cuales están en el pajar para darle calor al Niño en la fría noche. Ellos son un aporte de los textos extraídos de los evangelios apócrifos, según García Gutiérrez y Martínez Carbajo. Asimismo, aluden a la frase de Isaías que indica que los animales reconocerán y adorarán a su creador.
Este particular momento del nacimiento de Jesús, también ha sido realizado en bajo relieve, teniendo como un buen ejemplo de ello, la obra que se exhibe en la Capilla de Nuestra Señora de la Paz, zona 13 en la ciudad de la Nueva Guatemala de la Asunción.