Cuando uno trata de encontrar un atributo de la maternidad que sea suficiente para resumir su grandeza, posiblemente no puede encontrar uno de tanta importancia como el de la abnegación, porque si algo distingue a las madres es esa forma especial de hacerlo todo por los hijos, sin que importe el esfuerzo o el sacrificio. Hay muchos lugares comunes que la comercialización del Día de la Madre explotan para promover la venta en estos días, pero cuando se trata de reflexionar sobre el papel de la madre en la familia, en la formación de los hijos, en la entrega total y absoluta, sin duda que abnegación es el concepto en el que se puede resumir la grandeza de ese magisterio.
La figura materna es la figura del consuelo, de la compañía y la perseverancia. Significa además la muestra más clara y transparente del amor y es cimiento de la formación de todos los seres humanos por lo que la conmemoración de esta fiesta, el Día de la Madre, tiene que ser una de las más importantes de nuestro ciclo anual.
El papel de la madre en los tiempos modernos ha ido cambiando pero no para su mayor comodidad, sino para su mayor esfuerzo y sacrificio, porque aparte de las obligaciones que asume entusiasta siempre en el hogar, la madre está jugando un papel cada vez más importante en la sociedad y desde las mujeres profesionales que comparten el ejercicio de su vocación liberal con el cuidado atento de los hijos, hasta la madre que por necesidad contribuye al sostenimiento del hogar con su aporte en la fuerza laboral del país, es creciente el número de quienes tienen que multiplicar su tiempo para atender sus obligaciones de trabajo y además mantener el cuidado y la atención para sus hijos.
Algunos creen que esa dualidad distorsiona el ejercicio de la maternidad, pero quienes hemos visto la capacidad de la mujer para desempeñar simultáneamente y con extraordinario afán y eficiencia ambas tareas, tenemos que reconocer que hay en esa doble función el logro de la excelsitud del género femenino.
Excepciones siempre habrá y las había cuando la madre era sólo ama de casa confinada a los «quehaceres del hogar». Pero la abrumadora mayoría de madres que hoy en día cumplen con la formación de sus hijos y desempeñan un papel en la sociedad mediante su trabajo y aportan al bienestar económico de la familia, sólo nos confirma en la importancia y el sentido de esa vida de abnegación que la mujer abraza cuando decide embarazarse y dar a luz a un hijo del que será amorosa cuidadora hasta el último día de su vida. Por eso, para todas las madres, un sincero reconocimiento.