Karzai disuelve todas las empresas privadas de seguridad en Afganistán


El presidente afgano Hamid Karzai firmó hoy el decreto que fija un plazo de cuatro meses, anunciado la ví­spera, para la disolución total de las empresas privadas de seguridad que operan en el paí­s.


«Apruebo la disolución total de las compañí­as privadas de seguridad, afganas e internacionales, en un plazo de cuatro meses», escribió Karzai en su decreto.

La presidencia afgana habí­a anunciado el lunes su intención de disolver antes del 1 de enero de 2011 todas la compañí­as privadas de seguridad, elementos cruciales del dispositivo de la OTAN.

Unas 40.000 personas trabajan en Afganistán en el floreciente sector de la seguridad. Las empresas extranjeras prestan frecuentemente sus servicios a las fuerzas internacionales que ocupan el paí­s desde fines de 2001, al Pentágono, a la representación de la ONU, a las compañí­as encargadas de administrar las ayudas, a las ONG y a los medios de prensa occidentales.

Uno de los reproches de Karzai es que estas compañí­as contratan afganos que podrí­an formar parte del ejército o la policí­a. El decreto presidencial estipula que este personal afgano podrá integrarse a unidades de la policí­a, con o sin sus armas.

Los extranjeros -con frecuencia ex militares que ocupan puestos directivos o de formación a cambio de salarios consecuentes- podrán dejar el paí­s tras vender sus armas o llevándoselas consigo. «Sus visas serán anuladas», precisó el decreto.

El texto prevé también la confiscación de las armas de compañí­as de seguridad «ilegales», que no se encuentren registradas ante el Ministerio del Interior.

Por su parte, las embajadas, los organismos internacionales y las organizaciones humanitarias podrán tener guardias para garantizar su seguridad en el interior de sus residencias y oficinas. La seguridad del exterior correrá a cargo de la policí­a afgana.

La seguridad de los convoyes de abastecimiento de las fuerzas internacionales -una de las misiones más importantes y peligrosas de las compañí­as- será garantizada por el ejército, la policí­a y los servicios especiales afganos.

El decreto firmado por Karzai precisaba que no se trata de revisar las condiciones de registro o de funcionamiento de estas empresas, sino de asegurarse de que dejen el paí­s.

El problema, para Kabul, es «la manera como funcionan en Afganistán, cómo acabaron convirtiéndose en fuerzas alternativas al gobierno y todos los problemas que crearon», habí­a señalado Waheed Omer, portavoz del presidente.

Sin embargo, la decisión de Kabul parecí­a prematura, debido a que el ejército y la policí­a afganos no estarán listos para garantizar la seguridad del paí­s antes del 2014.

Al igual de lo que sucedió en Irak, donde las compañí­as de seguridad aparecieron con fuerza, en Afganistán éstas se volvieron ineludibles, protegiendo los convoyes de abastecimiento de la OTAN o al personal extranjero que trabaja en programas de cooperación internacional, y también entrenando a las fuerzas de seguridad afganas.

El portavoz de las fuerzas internacionales, el general Josef Blotz, se manifestó el lunes a favor de la disolución de las compañí­as, pero subrayó que se necesitaban condiciones propicias para que el control pasara al ejército y a la policí­a afganos.

El Pentágono, uno de los principales clientes de las compañí­as, matizó el lunes que apoyarí­a una retirada escalonada.

«Continuaremos trabajando con el gobierno afgano» para «planear una reducción progresiva en el número (de compañí­as), en función de las condiciones de seguridad», indicó Bryan Whitman, portavoz del Pentágono.