Karen Mulder, La bella trastornada


Es tan guapa que han puesto su nombre a un tulipán. Karen Mulder perteneció a ese conjunto monumental que acordaron llamar top models que, en los 80 y primeros 90, formaron Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Naomi Campbell, Linda Evangelista, Elle Macpherson y pocas más. De sus 178 centí­metros de altura, sus ojos azules, su melena rubia y su porte de mujer cañón pero con mucha clase salieron las mejores portadas de esa época. Por si fuera poco, cuantos trabajaron con la modelo holandesa se deshacen en piropos sobre su amabilidad, su sencillez y su buena relación con todo el mundo.


Pero un dí­a, en 2001, Karen decidió poner fin al cuento y convirtió la carroza en calabaza y los corceles en ratas. En un programa de la televisión francesa sobre el trato que reciben las maniquí­s más jovencitas, la modelo contó cómo la explotaron sexualmente, la violaron y la obligaron a consumir drogas los empresarios del mundo de la moda, incluidos algunos altos cargos de la agencia Elite que estaban presentes en el programa y hasta un miembro de la familia real de Mónaco. Además, desde los 2 años, según contó, sufrí­a abusos sexuales. Acto seguido, a la modelo le dio una crisis de ansiedad y tuvo que abandonar el plató.

Al dí­a siguiente, ingresó en una clí­nica psiquiátrica. El programa jamás se emitió y Karen dejó de encarnar el ideal de mujer serena y sofisticada para convertirse en la turbadora imagen de una bella trastornada.

El padre, Ben Mulder, dijo después al diario británico Daily Mail que fueron la cocaí­na y la certeza de que su vida de modelo se acababa lo que la hundieron en ese agujero negro. Pasó tres meses en el hospital y desmintió públicamente cuanto habí­a dicho de Mónaco y de los directivos, pero jamás se desdijo de nada sobre los abusos que sufrió durante su infancia.

Meses después de salir del hospital, su ex novio, Jean Yves Le Fur -un joven empresario que tuvo un romance con Estefaní­a de Mónaco, entre otras-, la encontró tirada en su apartamento con un puñado de barbitúricos en el estómago, según dijeron los médicos.

Desde el fondo, la bella holandesa logró coger impulso y tuvo una hija. En 2006, incluso, se subió ocasionalmente a las pasarelas reeditando sus mejores momentos.

Aunque ya nada fue igual. A sus 39 años, el nombre de Karen Mulder sigue saltando del papel cuché al de los informes médicos. El tiempo y las malas emociones le han dejado unas huellas que ni sus pasos por el quirófano han logrado suavizar. El penúltimo capí­tulo de su turbulenta vida se ha emitido esta semana. La policí­a de Parí­s, donde vive la modelo, la ha detenido por acosar a su médico. La doctora, especialista en cirugí­a plástica, que no habí­a logrado en su última operación arreglar los defectos que la bella Karen esperaba reparar.