Los médicos terminaron su labor en medio de una luz intensa y del sonido producido por la pantalla que registraba los signos vitales. La chica aún estaba inconsciente, pero se salvaría.
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Margareth Nielsen padeció de los riñones desde muy niña, pero al cumplir diecisiete años, su enfermedad se agravó y corría el riesgo de morir si no se hacia pronto un transplante.
Durante varias semanas se buscó a un donador apropiado, pero por una u otra razón, el deseado órgano se hacía esperar. Cuando ya casi se agotaban las esperanzas, se anunció el milagro.
Esa noche de diciembre, Margareth fue preparada para la intervención. Pero cuando ella entraba a la sala de operaciones, su madre salía de allí: en secreto, había decidido darle la vida otra vez.
EL AMOR DE MADRE DA 10 VECES LA VIDA
POR SU HIJO.