Ayer el Arzobispo Metropolitano, Monseñor Julio Vian, refiriéndose al caso de la familia Barreda Siekavizza dijo que había que esperar que la justicia fuera pareja y que como ese caso tan sonado, hay otros que no reciben la misma atención de la opinión pública y que merecen el mismo trato e importancia. Tiene toda la razón el prelado, pero algunos podrían interpretar sus palabras en el sentido de que como en la mayoría de casos la justicia no hace nada y se burla de las víctimas, lo mismo se debe hacer en este caso para lograr eso, es decir, que sea pareja.
La importancia que tiene el Caso Siekavizza es que viene a desnudar las fragilidades de nuestro sistema, porque el tráfico de influencias se observa por todos lados y evidentemente hay grupos criminales que están pagando ahora los favores que pudieron recibir en el pasado cuando se les exoneró maliciosamente de responsabilidad penal. Es muy fácil para un juzgador que dejó en libertad a un criminal, pedirle favores posteriormente y eso podría estar ocurriendo en un caso en el que la forma en que se planificó y ejecutó la fuga hace ver que hay mano de grupos del crimen organizado.
La familia Siekavizza no tiene la importancia política ni el perfil que tiene la familia Barreda. El doctor Siekavizza es un médico que vive de su trabajo como especialista de la medicina y si la prensa y la opinión pública se movieron en forma tan consistente es por la naturaleza del sufrimiento que han tenido que soportar desde la aciaga noche en que desapareció su hija y los años que debieron dedicar a la búsqueda de sus nietos, de cuyo paradero no tenían la menor información.
No es un caso mediático por la situación económica o social de las víctimas, sino porque desde el principio la forma en que se comportó el supuesto agresor generó indignación entre la población que tiene buenos sentimientos.
Querer señalar que en este caso hay privilegios, como lo insinúa el Arzobispo, es irresponsable porque precisamente esa ha sido la campaña lanzada como único medio de defensa de Barreda. En este caso lo que hay es un ejemplo claro de impunidad y cualquiera que esté en contra de ese fenómeno que destruye a nuestra sociedad tiene que entender que están en muestra todas las lacras de nuestro sistema de justicia, con interferencias y tráfico de influencias que se convierten en obstáculo para aplicar la ley. A lo mejor el obispo pensó que Barreda es muy cristiano porque dijo que “sólo Dios sabe dónde está Cristina” y por eso intentó su defensa.
MINUTERO
Que haya trato por parejo
pero a favor de la decencia;
aquí es obvia la tendencia
a beneficiar al cangrejo