Justicia, objetividad y ecuanimidad


La justicia es representada por una dama con los ojos vendados, con una balanza en la mano y una espada en la otra. Es la concepción que en cada época se tiene acerca del bien común, está contenida en el conjunto de normas codificadas formalmente que aplican los jueces y personas competentes en el trato imparcial con respecto a las instituciones sociales y los conflictos que se producen en su actuar y en sus relaciones.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

La objetividad es la cualidad de lo objetivo. Es la forma pertinente a lo relativo del objeto en sí­, independiente de la propia manera de pensar o de sentir. La objetividad es universal, válida para todos, independiente de cualquier lugar, época o religión. Por ello, a la hora de expresar un juicio debe abordarse todo lo que es propio de quien lo expresa para ser universal e imparcial.

La ecuanimidad es cordura, armoní­a y equilibrio, es imparcialidad, es la respuesta proporcionada, justa, es el ánimo estable ante las vicisitudes o adversidades. Implica imperturbabilidad ante el elogio, el insulto, la ganancia o pérdida, lo agradable y lo desagradable.

Informar es una obligación que han asumido los medios de comunicación; prejuzgar, calificar o sentenciar es un abuso del que todos se deben apartar; por ello es que a la justicia se le representa ciega, con una balanza y con una espada que la prensa debe respetar so pena de perder la credibilidad y el respeto.

Quienes han leí­do, escuchado o presenciado los hechos del retorno al paí­s de Alfonso Portillo Cabrera, ex presidente de la República durante el perí­odo 2000-2004, comprenderán que en nuestro paí­s estamos a muchos años de poder decir que en todos los medios existe objetividad y ecuanimidad. Es improcedente, violatorio del principio universal de justicia, de la presunción de inocencia, la forma en que algunos han reaccionado. Qué distinto es en los paí­ses desarrollados, donde quienes tienen un criterio previo están descalificados para opinar.

El juez, a quien le correspondió actuar en las primeras diligencias de Portillo, es el mismo que también ha conocido parte de las diferencias que existen entre los socios de Prensa Libre y Nuestro Diario. Hace pocos dí­as, Prensa Libre lo elogiaba cuando le otorgó una medida de su agrado en contra de los socios minoritarios de Nuestro Diario, hoy lo cuestiona; otro tanto hace Siglo Veintiuno, evidenciando que la objetividad, la imparcialidad y la ecuanimidad no merece respeto y existe o no a su conveniencia.

Cómo se sentirán los conocidos dueños y accionistas de Prensa Libre, Siglo Veintiuno y elPeriódico que el Presidente de la República les exija respeto para el sistema de justicia, les indique que «él no moverá un dedo para que un juez cambie de opinión porque el Organismo Judicial es independiente y es la base de la justicia.»

¿Podrán ignorar que el Arzobispo de Guatemala, Monseñor Rodolfo Cardenal Quezada Toruño, les indicara que respeta y se adhiere a la opinión expresada por el Presidente? en el caso relacionado a Portillo.

Amor y aborrecimiento no debe obnubilar el criterio o cegar el pensamiento, hacerlo -sea o no desacato- conlleva a que no se pueda confiar en la opinión de quienes deberí­an ser objetivos, ecuánimes y defensores de la justicia.