Junta muestra que presos están bien


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La junta militar tailandesa ordenó a todas las televisoras nacionales hoy que emitan videos de las personalidades políticas detenidas para convencer a la población de que el ejército trata bien a sus presos.

Por TODD PITMAN y THANYARAT DOKSONE, BANGKOK Agencia AP

En los videos, cinco detenidos hablaban con oficiales del ejército en un lugar no revelado. El más prominente era Jatuporn Prompan, líder de los «Camisas Rojas», el movimiento que había jurado movilizarse si los militares tomaban el poder.

A pocas horas de la emisión de los videos, Jatuporn y los otros cuatro dirigentes de los Camisas Rojas recuperaron la libertad.

«No tengo idea de dónde estábamos porque nos vendaron los ojos al ir y volver», dijo Kokaew Pikulthing, uno de los cinco liberados. «Nos trataron bien. Nada lujoso, pero en condiciones tolerables».

El ejército, que mantiene presos a varios altos funcionarios del gobierno derrocado, ha citado a 253 personas, en su mayoría políticos, intelectuales, periodistas y activistas considerados críticos del régimen. Unos 70 continúan detenidos, 130 han recuperado la libertad y 53 no se presentaron, expresó el vocero de la junta, coronel Weerachon Sukhondhapatipak, en conferencia de prensa el miércoles por la tarde.

Jatuporn fue apresado el 22 de mayo mientras se desarrollaba el golpe después que el ejército convocó a líderes políticos rivales a mantener conversaciones de paz. En el video lucía una camiseta blanca y hablaba con un oficial. Parecía cansado, pero distendido.

«Ahora está bien», agregó en el video con una risita. «Me han tratado bien».

Sin embargo, no pudo hablar libremente, y los militares confiscaron los teléfonos celulares de todos los presos.

«Ahora todos saben cómo se sienten los demás y no quieren que el país y todo sufra más daños», afirmó, sentado ante una mesa con tres botellas de agua y un plato con bananas y manzanas.

«No pregunté dónde es este lugar», dijo Jatuporn, y rió otra vez. «Nadie sabe dónde es».

El golpe militar, el segundo en ocho años, derrocó a un gobierno constitucional que insistía desde meses antes que la frágil democracia era atacada por manifestantes, la justicia y los militares.