Julio Fausto Aguilera, poeta jalapaneco nacido el 8 de septiembre de 1928, a pesar de su avanzada edad continúa escribiendo, y recientemente entregó, a través de una sobrina a Diario La Hora, parte de su producción poética, en donde confiesa que “aún quiere vivirâ€.
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Desde hace varios años, el poeta permanece dentro del asilo “San Vicente de Paúlâ€, el cual pasa penas económicas, lo que impacta en sus residentes y Julio Fausto Aguilera no es la excepción.
í‰l perteneció al movimiento poético surgido tras la Revolución de Octubre, denominado “Saker-Ti†(‘amanecer’, en kaqchikel), y que asimilaba el ideario político dentro de un canon literario.
Sin embargo, por la Contrarrevolución, este movimiento prácticamente se desbarató. Pero Aguilera continuó en su ejercicio poético, y años más tarde reaparecería como miembro del movimiento poético “Nuevo Signoâ€, surgido en 1968, con el objetivo de renovar las letras en el país y, fundamentalmente, encontrar espacios para la proyección de la poesía, que por el ambiente de guerra interna, era prácticamente imposible publicar un libro.
Aguilera fue declarado Premio Nacional de Literatura en 2002, y actualmente es reconocido por su continua proyección poética.
Ha publicado en diarios y revistas nacionales y extranjeros. Traducido a varios idiomas. Autor de Canto y mensaje, Diez poemas fieles, Poemas amantes, Mi buena amiga muerte y otros poemas vivos, Poemas fidedignos, Poemas guatemaltecos, 30 poemas cortos. Lo mejor de su poesía fue publicado por la Dirección General de Bellas Artes en un volumen titulado “La patria es una casaâ€. Al otorgársele el Premio Nacional de Literatura Miguel íngel Asturias 2002.
En su último libro, “Selección poéticaâ€, publicado por Serviprensa en 2005, Antonio Móbil comenta que las “motivaciones de su poesía han sido permanentes: la patria: su constante patria lo desvelaâ€, en alusión a su más célebre poema, “La patria es una casaâ€.
Otro de los motivos recurrentes en su poesía son, según Móbil, la revolución de octubre, “pero también el amor, apasionado, tierno o torturante que tanto le duele y le desvelaâ€.
En los poemas que recientemente nos hizo llegar, se encuentra uno que resalta, por su deseo por continuar produciendo y amando: “Aún quiero vivirâ€.
Aún quiero vivir,
anciano y con achaques
a mi hermana
le dicto mis poemas
Yo no puedo escribir
Hay tantas cosas, si
para mi canto
y no quiero dejar de cantar,
oigo a Walt Whitman,
a César Vallejo,
oigo a Pablo Neruda,
oigo a Octavio Paz.
Yo no tengo mis palabras
tengo mi tierra.
Canto con mis palabras
con mi voz
quiero vivir aún. Quiero cantar.
Veo y escucho al mundo y a todo el universo.