Durante años corrió un rumor: es antipática, es una diva, no intentes hablar con Roberts. Pasó el tiempo y la Julia Roberts con la que estuvimos ya no come periodistas: hasta se permite bromear con ellos.
Su personaje lo deja todo para viajar y reflexionar. ¿Alguna vez necesitó hacer lo mismo?
Sí. Con poco más de 20 años tuve que tomar muchas decisiones y un día paré. Fueron dos años que aproveché para ver el mundo: necesitaba saber de qué estaba hecha realmente la vida.
En la película, más que buscar, muchas veces parece huir…
No creo que huya, sino que busco un lugar donde sentirme importante. El mero hecho de viajar sola ya es un acto de valentía: aunque sea como turista, no es fácil ser mujer y llegar a un país donde no conoces a nadie y cuyo idioma no hablas. También creo que ser capaz de parar, de tomarte el tiempo necesario para aclarar las cosas, es síntoma de coraje. La vida se consume muy rápido, y no es fácil tener el valor de saber detenerte y reflexionar.
Usted no ha parado estos últimos años. ¿Cómo compatibiliza su vida con su profesión?
No tengo una varita mágica, así que gracias a mucha gente que me ayuda. Mi familia, un buen grupo de amigos y, desde luego, ayudantes.
¿Quiénes son esos amigos?
El primero de ellos, desde luego, es mi marido. Es mi mejor colega: es muy listo, y un gran punto de referencia. Además, tengo muchas amigas y a Mike Nichols, que me da consejos de gran valor.
Y creo que también Richard Gere, con el que ha coincidido varias veces tras Pretty Woman.
Por supuesto: Richard es uno de mis amigos más sabios. Su gran virtud es hacer que las cosas complicadas parezcan mucho más fáciles.
Hablemos de Come, reza y ama. ¿Cómo la definiría?
Como una película vibrante que cuenta una historia deliciosa sobre la experiencia de vivir, de buscar respuestas y de ver cómo son, en el fondo, las personas.
¿Es una cinta para mujeres?
No. Aporta información para cualquiera: a todos, alguna vez, nos han hecho daño, todos hemos estado destruidos y hemos necesitado una salida, y tiempo, para encontrarnos a nosotros mismos.
Comer, rezar, amar… ¿Qué prefiere usted?
No me puedo imaginar la vida sin cualquiera de esas tres cosas. Creo que, en realidad, todas son variaciones de lo mismo, así que las necesito todas. Comería en Roma, rezaría en la India… ¡Y amaría en cualquier sitio!
Hablando de comer, ¿cocina?
Aprendí de joven: mi madre tenía cuatro hijos, así que no paraba ni un segundo. Yo me pasaba horas en la cocina mirándola, hablando con ella de cualquier cosa, hasta que un día decidió dejar de cocinar para todos.
¿Dejaron de comer en su casa?
No, pero me enseñó que si dejas de disfrutar con algo, es mejor dejarlo. Y que si tienes que hacerlo, ya puedes encontrarle el gusto porque, si no, vas a pasarlo muy mal.
Veinte años después de triunfar, usted sigue trabajando. ¿Dónde encuentra los retos?
Para mí, todo es un desafío. í‰sta es una profesión muy cambiante en la que tienes que comprometerte mucho, con total devoción. Si no me lo tomase así, no podría soportar estar tanto tiempo fuera de casa.
Dicen que es la actriz más taquillera de la historia. ¿Eso presiona o libera?
Creo que ninguna de las dos cosas. Trato de pensar que trabajo bien, que me comprometo hasta el final y que siempre doy todo lo que tengo. Eso me quita presión. Pero, después, hay muchas cosas en una película que no dependen de mí: yo me conformo con tomarme cada día de rodaje como si fuese el último de mi vida.